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miércoles, 22 de agosto de 2012

7580.- HANZEL LACAYO



Hanzel Lacayo, Managua, NICARAGÜA 1984: Poeta, narrador y fotógrafo.
Empezó a publicar textos desde los 15 años. Dentro de sus obras se encuentran “Discrepancias”, que lanzó en el año 2000; “A contenciones, inspiraciones” en 2006 y “Días de ira” en 2008.
Ex miembro de la Revista Trival Literario. Galardones: Primer Lugar Primer Premio de Poesía en Homenaje a Rubén Darío por Número Imaginario y Primer Lugar Primer Concurso de Cuento: UCA Literaria por Tres señales. Su poesía aparece publicada en importantes antologías, suplementos y compilaciones poéticas dentro y fuera del país. Participó en el Primer Festival de Poesía en Puerto Rico, 2008 y en el Quinto Encuentro Internacional de Poetas El Turno del Ofendido, El Salvador 2008. Es miembro del Comité Organizador del Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua. A inicios de julio de 2008 fue nombrado Escritor del Año por la Asociación de Artistas de Nicaragua Rafael Gastón Pérez.






Declaración de Ofiuco

Sé que duermes en otra constelación. 
Y que la lactancia de esta vía 
no te da bienvenida a mi mundo
con amigable bandera.

Nuestra comunicación sucede 
con frecuencia de granizo 
estación tras estación. 

Búsqueda inútil ansiar tu mitad, 
si el lado de tu universo no porta semillas.

¡Porque los universos más hermosos no suceden
y Dios no comete la nada dos veces!

He preferido por ende morir con ojos abiertos,
y para no espantarte si acaso llegas,
dejar de portar la serpiente.

Tomado de: El libro de las separaciones (2012)






Ahora ansías regresar 
a la costa sin barco y sin puerto.

La sola ansiedad destruye
con promesas urticantes las velas
de papel de arroz y proa
a base de cerillos con que bautizo
mi barco prendido en tinieblas.

Los ojos se entregan a la rabia en su lid,
y he perdido el derecho de asegurar
nuestro calvario de antemano.

Mis manos están atadas y tú no sabes remar.
El río es grande como vena de Dios.

He olvidado felizmente que aspiro a llegar a ti,
y que no quiero estar en ningún sitio
para el momento en que ahí llegue.

Tan fatalista así,
que si mis manos devinieran en pájaros,
carecerían por completo de alas
para llegar, y esto no alcanza
ni siquiera para desdecir la nada.






Estoy aquí: en mis días caducifolios.

Airoso ciudadano de manos homicidas,
tu pensamiento cierra mis ojos,
encona los andenes,
aterriza como cuervo sobre las bancas
de los parques que en verano
revocan al invierno en mi mente aterida.

Eres peligrosamente mía.






¿Acaso el Cielo?

¡Jamás!

Para ti ansío otra victoria:
tan imponderable con mi vanagloria
que escarche las encrucijadas
y hastíe tus pies que se saben
justamente de memoria
mis rocas repetidas.

Rocas como lápidas;
lápida que no mereces.









¿Existo? Apenas he sentido los días...
Persiste el corazón embebido en salmuera,
tendida mi esperanza en la alambrada,
encogida y corrugada la memoria. 
Más ínfimo que una pasa negra: persisto.

El mundo se carboniza de por vida: 
un estudiado infierno me antepone rostros.
Delante de mí corceles negros ultiman mi rumbo 
y nada me persigue y nadie me reclama.

Siento que no avanzo: 
cual raicillas de mandrágoras futuras
germinando inútilmente entre las muescas del asfalto.

Mi receso en todos los planos 
padece con rapidez una disipada sapiencia.
Apenas salgo a la luz, tras sobrevivir un poco,
se marchita esta aguzada voluntad metaloidea.

Más de la cuenta, de mí florecen truenos
—y negrísimos— que barren con nociones del futuro, 
concentrándome a tientas, como nubes altas.

A las diez acabaré conmigo,
cuando mi padre se haya ido 
a rascar la garganta de las minas;
dé inicio mi madre la maniobra de maquilas; 
anhelen ambos la vacancia de quienes imposiblemente
andan en su búsqueda, navegando por ahí:
irrecuperables, cuando se han perdido;
irreconocibles, cuando se han hallado.

Y mi alma, con ellos, seguirá por siempre 
el halo de una bala de cañón, aún no disparada.

Poema tomado de: "La Piedad Sublevada(2007)





Apuntes sobre Sal

I

No podéis suponer 
conocer el dolor submarino
de la memoria del mar
sólo porque aplicáis,
a lo largo y ancho de la herida,
las letales pepitas de sal.

II

No frotéis la sal gema.
Por más que ansiéis refulgencia,
ante vosotros no relucirá.

¡Buscad brillo en la gema original!

III

¡Mellad esfuerzos en saber qué ansiáis!
Mas no blandáis la inmaculada
fuerza de la belleza
del modelado mineral artificial
sólo por violentar la pureza fósil de la sal.

IV

Si lloráis por ello, con lágrimas
terminaréis por disolverla.
Y así os quedaréis insípidos.

¿Es eso lo que queréis, talladores?

V

Brilla más vuestro ojo talámico,
cual mina de sal o gema, por lo añoso,
que por entrañar billo propio.

¡No necesitáis quilate ahí afuera!

VI
Si hendís vuestra aorta en el mar,
acudirá excitada la sangre
al encuentro con más sal.

Tomado de "La Piedad Sublevada" (2007) 






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