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lunes, 18 de marzo de 2013

ISRAEL ÁLVAREZ BEJARANO [9602]



Israel Álvarez Bejarano
Israel Álvarez (1986) nació en Huévar del Aljarafe, municipio de Sevilla, y lleva escribiendo y sumergido en el mundo poético desde los 18 años. Actualmente está cursando el Grado de Geografía e Historia en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (U.N.E.D.)

Su poesía natural bebe del poderoso estilo de Walt Whitman y la elegancia y musicalidad de Pablo Neruda. Otros autores que se denotan en sus composiciones son Bécquer, Antonio Machado, Rubén Darío y Arthur Rimbaud.

Semifinalista de los Concursos Pétalos de Pasión y Lluvia de Recuerdos del Centro de Estudios Poéticos (2005) e incluido en dichas antologías, ha participado en el Certamen Andalucía Joven de Poesía del Instituto Andaluz de la Juventud (2005, 2009 y 2012), así como en el XIII Certamen de Creación Joven del Ayuntamiento de Sevilla (2012) y en el Premio Adonáis de Poesía (2012).

Ha publicado en diversos medios o blogs digitales relacionados con la literatura y la cultura, como Bubok, Cinosargo o Cavea Cultural.

- "El viento de la noche" es su primera obra poética, una recopilación de sus primeros poemas. Bécquer fluye en sus primeras composiciones.

- "Todo en mí fue naufragio”, su segundo poemario, es un canto a la esperanza y al amor, a aquello que se anhela fervientemente.


- "El Leteo" es un poemario donde el autor evoca los recuerdos y los anhelos, una elegía a la pérdida humana, a través también de deseos, ensoñaciones, la naturaleza y la mitología.

En este momento trabaja en futuras obras que publicará en breve. Además, tiene un espacio personal en la web editorial Bubok, donde se puede encontrar las citadas obras y descargarlas o comprarlas vía online (israelalvarez.bubok.es/). Puedes contactar con él en las distintas redes sociales a través del sitio about.me/Israel_Alvarez





SOLEDADES

En la alta noche oscura, tras los cristales,
las sombras se alargan y tocan las manos.

Cementerio de relojes detenidos.
Humaredas grabadas, números, datos.

Un paso separa la cuna de armiño
de la plateada ciudad de los callados.

Expira el aliento que cruza el camino
ennegrecido, misterioso, curvado.

En la alta noche oscura, frente a espejos,
mi cuerpo sigue a los rojos fuegos fatuos.

Me hacen perecer en un eterno abismo.
Es el viejo pueblo el que siempre he amado.

Pero yo no conocí mi pueblo entonces.
Mis ojos marchitos dicen que he llorado.

Yo conocí mi pueblo henchido de estrellas.
Ahora son tan sólo estelas en el campo.

En un fragoso laberinto de ensueños
mis ojos marchitos aún siguen llorando.

(fragmento de “El viento de la noche”)





BÚSQUEDA

Yo conozco la voz que en lo profundo 
del alma llama al corazón que juega;
yo amo su armonioso eco que recorre
los cuerpos de las brillantes estrellas.
Me nombra a lo lejos su llama cándida
y su eterno fuego de agua serena,
que habita en los paraísos de oro y nieve
con un sol radiante que el mar refleja.
Es un recuerdo de un alma fugaz
que atraviesa el cielo como un cometa;
es como la luz de los verdes campos
que poseen las rosas y las violetas;
es libre como la rama del árbol
que deja yacer al ave que vuela.
Es verdad, yo la conozco en mis sueños
plácidamente durmiendo en su cueva,
pero despierto del sueño y se va
corriendo escondida tras la maleza.
Pregunto por ella en todas las casas
que se erigen en la faz de la tierra,
y mis manos desnudas ya cansadas
buscan la voz de Dios entre la niebla.

(fragmento de “El viento de la noche”)






VI

Aquel día puse entre tu pelo
una rosa, o una amapola,
o un jazmín.
No recuerdo bien;
sólo recuerdo tu rostro, más bello
que todas esas flores,
y tu sonrisa, junto a la flor,
un río claro.

Tendidos en el suave terciopelo
del bosque,
mientras el aire nos unía
con sus brazos
invisibles.

Y nos unimos aún más,
-nuestros corazones-
y estuvimos así
en el palacio diamantino
de nuestros sueños
durante eternidades…

Y se me hizo noche mirándote.

(fragmento de “Todo en mí fue naufragio”)






NÉBULA O NEBULOSA

Nébula o nebulosa,
¿qué más da si no te alcanzo?, si yo soy
pequeño ante la hormiga o el mamut
milenario, si no soy
nada o casi nada, o todo lo soy.
Humo blanco en la negrura abisal
del cosmos, velo gris ante los ojos
del mundo, luz azul
apartada del hombre.
Quiero tenerte siempre.

Conoces bien el Origen Secreto
y algún día lo diré yo, sombra
celestial, trono de Dios demasiado
alto. Ensueño pintado por un niño.

Eres un juego de colores que
no existen aquí,
de extrañas formas sin inventar aún.
¿Qué música dices, dime, en silencio?
Tú estarás siempre más cerca de Dios
que ningún hombre, y no te afanas como
ellos, no construyes palacios de
marfil, no luchas en su Nombre. Dime,
¿qué ocurrió el Primer Segundo? Recuerda…

Tú tienes el honor
de guardar todos los antepasados,
nébula o nebulosa.

(fragmento de “El Leteo”)








NOCTURNO

Ven de nuevo ser hermoso,
a nuestra dulce baranda,
luz de luceros azules.
Ven y acaríciame el alma
bajo las blancas estrellas,
bajo tu suave mirada.
Baja de la oscura bóveda
a la tierra de esperanza
donde las formas son ciertas
y las palabras son claras.
Ven y te cantaré siempre
como un sol de madrugada,
ven como la última noche
que en silencio me mirabas.
Ven, desnuda siempre, luna,
como la noche pasada;
te estaré esperando, solo,
asomado a mi ventana.

(fragmento de “El viento de la noche”)





FULGORES FUGACES

Los sueños que logré alcanzar un día
se fueron a la mar,
a ese recóndito lugar profundo,
vacío abismo oscuro,
donde descansa el reino del coral.

Los amores que yo pensaba un día
eternamente amar,
se marchitaron como hojas caducas,
como el rayo de luna
en el ancho espejo azul de cristal.

Las columnas que yo creía un día
imposible arrancar,
son hoy ruinas de pasadas edades
donde la hiedra yace
y la maleza duerme en su lugar.

¡Ay, columnas de mi viejo hogar,
sueños de la mañana,
amores que no están!
¡Regresad!

Regresad donde estuvisteis siempre.
Me siento huérfano…en un erial.

(fragmento de “El viento de la noche”)




LAS LÁGRIMAS

Las lágrimas todas son las andanzas
de un camino que atraviesa el querer,
lágrimas derramadas por perder
el amor y todas las esperanzas,

que siembras y recoges asechanzas
de nuestras vidas que es el perecer.
Son lo más profundo de nuestro ser,
y el resultado son desesperanzas.

Por un camino salen todas ellas,
por un camino el cuerpo te desalma
y te arrancan las memorias más bellas;

te destrozan los ojos y la calma
y te nubla la luz de las estrellas.
Mis lágrimas son la sangre de mi alma.

(fragmento de “El viento de la noche”)





II

Y a través de las estrellas fugitivas
que tiene el brillo de tus ojos,
esa distancia perfecta del cosmos
que vela por el mundo
desde esa negrura oceánica del universo,
un torbellino de imágenes tuyas
comienza a surgir como una luz
entre sombras.

Entre sombras de mi vida
tu luz emerge como un gigante,
como un titánico faro: luz de luces.

Y en la oscuridad presente en que vivo,
en esta miserable fatalidad de estar respirando
por costumbre, por la insolencia
de seguir vivo porque sí,
tú eres mi esencia ausente,
la ausencia que arde en mi corazón
hecho trizas, cenizas.

¿Puedes tú prestarme algo de tu luz?
Es ahora cuando necesito
verdaderamente esos dos
luceros esenciales de tus ojos.

(fragmento de “Todo en mí fue naufragio”)





V

Una vez me contaste en susurros
tus sueños. Y me hablaste de bosques,
de ejércitos de rosas, de luces verdes
en las montañas de tu gracia.
De lámparas
encendidas con el fuego de los besos,
de eternas verdades.

Y yo no pude contarte.

Me imaginaste maravillas
con tus palabras sólo,
que nacen, y suben como esos peces
a contracorriente,
y pasan por tu garganta
como una cascada cristalina,
y en el abismo de tus labios
al mundo saltan, y se escapan en el aire
adueñándose de todo,
de mi vida toda.
El crisol donde se forjan está en tu alma.
Tus palabras bastaron
para enamorarme.

Y yo no pude contarte.

Ya dormías sobre mi pecho,
y nada podía ofenderte.

Y no pude contarte, mañana,
pues ya te habías ido…

(fragmento de “Todo en mí fue naufragio”)




OTOÑO

El otoño se acerca
tan silenciosamente,
y así cruza el umbral
de mi casa, de mi pecho abierto.
Yace un corazón de humo
en esta melancólica morada
de espacio vacío, de vientos húmedos.

Dondequiera que descanse, allí, azules
estanques tranquilos pacen verduscas
ninfeas solitarias, tan girando
y tan bailando sobre el blanco espejo
del agua. Y el alma se desconoce.

El otoño se acerca
deliciosamente con nubes grises,
lluvias frente al cristal.
Los besos son carámbanos
en los labios purpúreos.
No es invierno, es otoño.

Mis recuerdos son hojas
secas, de nada sirven mas que para
arrojarlos al fuego.
Octubres, noviembres, diciembres. Cielo
pálido atravesado
de cien navíos, de nubes de lágrimas.

Un árbol esquelético
está triste, y yo lo estoy.
Pasan tan rápido las estaciones…
se atropellan. Otoños
largos giran en círculos
haciendo ondas lunares
en que se mece un corazón en llamas:
yo, el más estéril de los otoños.

(fragmento de “El Leteo”)




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