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lunes, 25 de junio de 2012

7283.- VICENTE PONCE






Vicente Ponce, profesor de Teoría del Arte y de Historia y Teoría del Cine Moderno en la Facultad de Bellas Artes de Valencia. Ha publicado los libros de poemas Instrucciones para mirar el silencio (Ediciones A/Z, Valencia, 1999), Incendios del tiempo (Vértigos de luz, Valencia, 2002), Hojas de aire cubren esa cólera (UPV, Valencia, 2005), Frío en los alrededores de la palabra (Colección Azotes Mecanográficos, 2009).

En otros ámbitos, cabe destacar que Vicente Ponce ha escrito ensayos y críticas cinematográficas para publicaciones especializadas como Contracampo o Archivos de la Filmoteca, publicación esta última que fundó y dirigió en sus comienzos. Colabora, también esporádicamente, con artículos de intervención político-cultural en el diario El País (Valencia) y lo hizo con artículos de crítica literaria en Quimera o El Diario de Valencia y de crítica artística en Cimal. Ha sido editor de diversos libros: Pere Portabella pres al camp de batalla (1981), Diversas miradas sobre el cine negro (1986), Acerca del melodrama (1986), Sierra de Teruel, cincuenta años de Esperanza (1989) o El aprendizaje del tiempo (1995). Ha escrito, además de en varios de los citados, en algunos otros como El cine de José Isbert (1984), Tabula Rasa (Jenaro Talens, 1985), Los años que conmovieron al cinema (las rupturas del 68) (1988) o Diccionario del Cine Español.



Frío en los alrededores de la palabra 
(Colección Azotes Mecanográficos, 2009).





LA CALIGRAFÍA DEL EXTRANJERO 

 a) La longitud de la cuerda

                                                                         
Yo tuve lo que ya pierdo
Carilda Oliver Labra

Y con tus ojos me ayudas
a ver lo que antes no vi
a cerrar la mano de mi delirio
apagando en tu mano los tilos
que brotaron al frío olor de la tormenta
Tu cuerpo y también la tragedia
la inspiración reencontrada
aquella tardía fiebre de primavera
la desesperación como oleaje
siempre embravecido de silencios
Y tus ojos en ese tiempo sin historia
enmudecen el  llanto del mirlo
o se apagan en los juncos…
pero entonces temo, temblando,
haberlo perdido todo




b) Suplicio del sujeto (pasivo) de la enunciación
                                                    
  Largo se hace el día a quien no ama
 y él lo sabe
Claudio Rodríguez


Desierto de los cuerpos
que se engañan juntos sin saberlo
en la infame mañana de ese día
rehenes de un fuego que se extingue

Nadie los verá porque a la Nada
dirigen sus gestos vacíos
Nadie reconocerá esos pasos
incapaces de escribirse en la arena
Indignación por una vida rodeada
de silencio cuando tantas voces esperan

Desierta crueldad del cuchillo
que hiere ese maldito día
ante una pantalla abierta que era pesadilla
para quien vio morir todos los años transcurridos







En la blanca partitura de los espejismos
alguien escribe
un ave muerta sobre su corazón.







Quizá dejes que interprete otra vez tus gestos
dormidos acumulando tierra y calor
para saber que aún sigo vivo
mientras el pasado fragua otra tormenta
al recordar aquellos días de inocencia
en un relato que el tiempo
ha revestido como un sueño.





Hazañas psíquicas

que sin ti estando, no estaría conmigo
Cantar de Cantares

…el viento queda en la nube contigo y, en su monólogo,
divaga sobre una rebelión de los cuerpos, lazo del sol que
quema cuando no alumbra, rehén de quien nunca temerá
el exilio, ese tiempo de silencio y niebla acumulada en tus
brazos

… ligué mis convicciones unas a otras, agrandé tu presencia
y tu cuerpo y, al calor de esa fuga feliz, desafié a la tormenta
sin más ayuda que tu sombra azul, tus ojos engañados por
el tiempo y unos pocos pasos dados en el inmenso piélago
del Deseo

…ebrios mis párpados mal cerrados sembrando lágrimas
como restos de tiempo en tu cuerpo cuando grita. Y sigues
esperándome, cálida y disponible, aliada con la lluvia,
cegada por la memoria de otros latidos que te intuyen, que
te leen

…el jardín se comía tus temores, los miembros sumergidos
en aquel tiempo agotado de los cuerpos, cepos húmedos
de duelos inmemoriales, rojos de sucia tierra para la
cosecha que han pesado,  con todo mi deseo, sobre tu belleza
matinal

...amo tu lentitud al caminar, ese tiempo intuido en las prisas
de tu mirada. Amo esos ojos, cuerpo entero del silencio,
cuando brillan donde tu corazón se extravió. Y se detiene el
mar. En sus pliegues, que se hacen llamar olas, mi vida es tu
rostro cuando duermes

convocaba el amor tardes misteriosas  y el tiempo se
deshacía en la arena del pasillo. Luché por habitarte, cuerpo
eterno de mis vértigos, secreto cuyos ojos arden en mis
sienes, ávida caricia que llora cuando no te ve, cuando te
olvida

… di lo que el fuego duda en decir. Di ahora del tiempo
perseguido y de esa mano que juega y calma y ríe cerca de
nosotros. Di ahora del cuerpo atado de goce en i sed, en
los restos por beberte. Vive del sol, del sólo decir para nadie,
siempre para ti, para mí






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