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domingo, 25 de marzo de 2012

6450.- BERNARDO CANAL FEIJÓO


Bernardo Canal Feijóo
(ARGENTINA. Santiago del Estero, 1897 / Buenos Aires, 1982)
Bernardo Canal Feijóo nació en Santiago de Estero en 1897 y murió en Buenos Aires en 1982.
Publicó varios libros de poesía entre los que se destacan Penúltimo poema del fútbol (1924), Dibujos en el suelo (1927) y La rueda de las siesta (1930). Penúltimo poema del fútbol, lo firma como “Bernardo”, simplemente. Intrépido veinteañero entonces, poeta, periodista, dibujante y presidente de un club de fútbol de su lugar natal, vinculado a los iconoclastas muchachos del martinfierrismo porteño, Canal Feijóo renegó en su madurez de estos pecadillos juveniles y nunca reeditó sus primeros libros.
A la luz de la historia, se lo conoció más por sus severos ensayos y sus obras teatrales. Plasmó la primera reedición de Penúltimo poema del fútbol. Un poema perteneciente al libro (“Córner”) había sido incluido por Roberto Santoro en su célebre antología Literatura de la pelota, en 1971. Canal Feijóo presenta un partido de fútbol como si se tratase de una pieza dramática. Las digresiones, el carnaval de voces, la franela tipográfica, los abruptos cambios de tono, los dibujos (del propio Canal Feijóo), la prodigalidad de “postales” que retratan un match imaginario, deben tanto al incipiente cine como a la fotografía: “De las fotografías de conjunto hay que extirpar al jugador que empolla la pelota como un gallo invertido…Y al intruso en ellas que, oficioso agregado de las circunstancias, en mangas de camisa y sofocante pantalón civil, es como el maquereau y el pederasta de los jugadores uniformados para la tarde”, dice en el poema “Una pose”. Canal Feijóo propone un extrañamiento de la práctica del fútbol, una visión alucinada que se transforma en elogio y alabanza de la destreza y fuerza física de los jugadores y así se acerca fuertemente a las doctrinas del futurista italiano Filippo Tommaso Marinetti. También sus piruetas estilísticas recuerdan al Girondo martinfierrista por esa intrepidez de la pincelada, el ingenio disparatado y la práctica de un humor zumbón y candorosamente provocativo.



Córner

Los jugadores se reunieron a dar la bienvenida.
Como de un lejano horizonte
se levanta la pelota del córner,
abriendo su vuelo de serpentina…
Se encoge la guardia de los jugadores
y ajusta el paredón del gol.
Entonces,
entre las frentes endurecidas,
una frente,
aristada de voluntad
en un salto más alto que ninguno,
quiebra como un florete
el acero flexible de la parábola del córner…




El referí

El réferi husmeaba todo, estaba empeñado en revertirlo todo hacia sí, en sorprender las delanteras sin darse mucho afán, con una judiciaria propensión a descubrir la falta, a aplicar sus sanciones de pito solemne.
(Va, vuelve; tiene una carrera entorpecida de una contracarrera, con estacatos de cardíaco, o de palmípedo doméstico, que pretende seguir el volatín aéreo de los pájaros, y larga tres pasos torpes de tony botinudo.)





Ansiedad

El ansia del triunfo
anidaba en el ángulo de la red,
a espaldas del arquero,
una gran araña torva...

(El juego se agolpaba contra uno de los arcos, como en un peloteo a la pared. El arquero tenía ya empastelados los ojos, y aunque volvía las espaldas en las contorsiones bruscas, quedaba siempre mirando de frente como un búho idiota.

Solo, abandonado en su arco, el arquero adversario se paseaba de un lado para otro, se detenía, parecía ladrar al tumulto lejano, como un perro atado a su garita.)



Al arco

(El arquero sabe de la alegría de transmutar
en juego el ceño homicida del adversario.)




Invocación
(para el tono de la tarde)

Patadas!-

La que descubre el arco del triunfo y lo deja boquiabierto.
Y la patada que despliega en el cielo del estadio, la fantástica bandera del arco iris.
Un incesante bombardeo de patadas y patadas!
(Y mejor si, a lo mejor, resulta esta palabra un barbarismo, porque ASÍ la necesitamos para la fiesta inflamada y libre de esta tarde...)
Una nerviosa acometida, crispada y ligera;-una gozosa escapatoria, -el salto reconcentrado, -y luego: La gran patada!
La que rasga su propia senda sobre la tierra abierta del estadio, y entona en ella el rabo de una leve polvareda de fuga;-
La que roba la mirada de una rápida contorsión de autómata, y toma el camino del exceso innecesario;-La que juega con el mentón infantil del público, y vuela hasta el vértice ideal del estadio, y yergue la magnífica pirámide del estupor!
Gloria, absurdo afán pedestre!
La inmensa campana de cristal de la tarde se abomba y va a estallar de sol.
Violatorio, el mediodía desnudó las espaldas del cielo, y en su carne espejada se refleja el estadio supremamente. La hora está suspensa de solemnidad en la inminente eclosión de la tarde. Vacía y neumática, es el vientre que queire la irrupción desgarradora y triunfal.
Aviva el aire en la raboleda cercana el alarmante tamboreo de la expectativa, y ritma el hondo aliento de su angustia cardíaca.
Vuele la pelota, vana como un grito!
Tilde una alta cima, y desde allí se descuelgue bañada en oro, como una gran naranja!
El alma desemboca en el limbo solar de esta tarde, como en el acto de espléndida e innumerable determinación de las explosiones.
Qué delirante conjuro lograría la expansión maravillosa del prisma de oro en que se labra, se uniforma y se inflama para una gran jornada, esta tarde!

Patadas!-

El ímpetu que hiera el dormido y dislocado reptil del vértigo,-
Y la patada que introduzca en el orden prudente del mundo, una maciza sinrazón!-
La noche culminará en la gran patada que fulmina las exhalaciones!



Instantáneas

No el cinematógrafo, no , de mirada boba de matrona que se marea en los momentos de vértigo, y deja escapar los tránsitos de más delicada coreografía,-sino el breve guiño de las instantáneas, que sobrecoge en un infraganti muscular de descarnación y de violencia,
-para el enfoco ansioso y comprometido de este espectáculo.

Otro día mucho más, incluidas ilustraciones del propio Canal Feijóo que hizo para sus crónicas deportivas. ¿Quedamos el 14 a las 9 de la mañana hora española?




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