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domingo, 24 de junio de 2012

7231.- LUIS ALBERTO CABRALES


Luis Alberto Cabrales
Poeta, historiador y crítico. Nació en Chinandega el  2 de diciembre de 1901. Se graduó en el Instituto Pedagógico de Managua. Luego, estudió Ciencias políticas en Francia, lo que le permitió asimilar las ideas de la Action Francaise de Charles Maurras.
Al volver de Francia a Nicaragua, en 1928, colaboró en Semana, revista de Managua, con José Coronel Urtecho.
Cabrales llevó al país la poesía vanguardista francesa, al mismo tiempo que Coronel llevaba la más reciente poesía de los Estados Unidos. De tal manera, entre los dos, fundaron el movimiento nicaragüense de “Vanguardia”.
Cabrales realizó después numerosos trabajos de crítica literaria, ensayo e ideología política.
Obtuvo tres veces el Premio Nacional "Rubén Darío". Falleció en Managua el 19 de marzo de 1974.

Bibliografía

Poesía. Opera parva (1961, 2001)

Ensayo. Política de Estados Unidos y poesía de Hispanoamérica (1958); Provincialismo contra Rubén Darío (1965).






Primer Aguacero

ANOCHE, toda la noche,
cayó el primer aguacero.
Por eso
alegre estaba el campo en la mañana
con su camisa blanca de todos los domingos
y el pantalón azul de la Semana Santa.
Alegre estaba el campo
de azul y de blanco.
Silbando se fue a la ciudad
con su nuevo sombrero de pita;
trascendía a hierba, a fruta y a humedad.
Como viera los árboles todos llenos de trino,
como viera las nubes todas llenas de sol,
compró para el colocho un centavo de olor
en la venta que puso mayo en el camino.








Desolado canto

Un gallo canta en el fondo de la noche,
lejano canta e íngrimo.
Cantó a Pedro en el Santo Evangelio
y en coros cantó al Cid
en la madrugada del Romancero.
Pasó Pedro, pasó el Cid,
¡y yo he de pasar también, Dios Mío!
y sólo queda el canto de los gallos,
el desolado canto íngrimo.







Piches entre la luna y las nubes

Pasa el viento, pasan las nubes,
pasa la luna con las nubes.
Gritos de aves sollozantes rasgan el silencio:
Piches entre la luna y las nubes.

Año con año pasan,
y sus gritos llenan de tristeza el mundo
y mi vida.
¿Estaré contigo, estarás conmigo,
cuando pasen de nuevo
entre la luna y las nubes?






LOCOMOTORA

De Corinto a Granada, siempre, siempre,
hace el viaje forzoso la locomotora,
jadeante y violenta a veces, otras,
entre espirales de humo, soñadora.
Al ver partir los barcos,
libres sobre el mar libre hacia playas ignotas,
ella entre los dos rieles cotidianos medita,
y sueña irse entre un lento revuelo de gaviotas.
Bajando cuestas, subiendo cuestas,
contempla a su paso las vacas tranquilas
que pacen o brincan con sus crías,
y de ternura enrojecen más y más sus pupilas.
“¿Qué descansadas vidas
las que pasan, quizás inadvertidas,
paciendo y ramoneando en los potreros,
con sus lindos terneros
esas vacas paridas”...
Sin conocer a Horacio ni a Fray Luis de León
canta la locomotora envuelta en su gran humazón.
Y descansando ya en la Escuela de Artes
le vienen sin querer ternezas infinitas,
y se sueña brincando en los potreros
con sus lindas locomotoritas.

1926











LA ESPOSA DEL CAPITÁN

Linda era, y apetitosa,
y esposa del Capitán de Marinos.
Frutas y mieses de la Nueva Inglaterra
arrojaba al ímpetu de los mancebos nativos.
Apple, boys?... Y ofrendaba sus dos senos maduros.
Wheat, boys?... La cosecha de bucles y el más íntimo trigo.
En los ingenios de los alrededores,
sobre el bagazo tibio -olorosa basura-
mestizos y mulatos violaban
su vientre, pálido así como la luna.
Tumbada sobre la hierba,
sucia de nuestro barro y fatigada de besos,
one, two, three...! ¡cuántos claros luceros!...
y canturreaba, lánguida: Star spangled banner!
So long, frutas de la Nueva Inglaterra!
Un transporte cargó con la carga de trigo.
Al Asia, al Asia va el feliz Capitán.
¡Ríen, ríen con blancos dientes los filipinos!

1929















CANTO A LOS SOMBRÍOS ANCESTROS

Tambor olvidado de la tribu
lejano bate de mi corazón nocturno.
Mi sangre huele a selva del África.
Sombría noche de luciérnagas,
sombría sangre tachonada de estrellas.
Y hoy quiero cantaros,
antepasados de la Tierra Tenebrosa,
que os lanzásteis con ímpetus de púgiles
sobre los claros vientres, tibios, mediterráneos.
Mi boca,
salada de rachas atlánticas,
mi boca,
saturada de relente caribe,
mi boca,
llena de la tierra ancestral y ardiente,
es vuestra boca antigua,
vuestra boca en silencio,
clamando libre sobre la Rosa de los Vientos.
Mi canto es vuestro canto dormido en los milenios;
mi grito es vuestro grito amordazado en tinieblas.
Ríspido surge de la esclavitud eterna,
impetuoso y ágil, como vosotros, ancestros.
Mi carne,
de aceituna y achiote,
mi carne,
pasta de luna y de pimienta,
es vuestra carne antigua
gloriosa, en éxtasis, lavada¾
después de chapuzón marino
en las celestes aguas mediterráneas.
Desde la colina de los dioses
mi canto, violador y violento,
por sobre las estatuas perfectas,
hacia vosotros va,
silenciosos y sombríos ancestros:
Alto, violento canto,
antorcha retorcida por tenebrosos vientos.

1932











UN ÁNGEL ME PERSIGUE

En el bregar y en el holgar, en el dormir y en el velar,
sobre las cunas de los míos y en los féretros,
con el dardo del Padre, con el dardo del Hijo,
el Ángel del Señor me ha perseguido, me persigue.
Sobre mi pan y sobre mi sal;
en funeral y en bodas;
en lágrimas y vino y alegría,
se han clavado, se clavan, se clavarán
sus dardos vibradores.
En altas noches estrelladas
lejano de los hombres
he sentido su vuelo, su rumor angélico,
y del cabello al alma estremecido,
he gritado sin gritar: ¡Ay, tregua!
¡Ay, mi carne, para el castigo, endeble,
ay, mi espíritu, para el amor, inestable,
dispersos, fugitivos, huyen
de los brazos del Hijo y del ceño del Padre.
Pequeño soy, pequeño,
más que la hojilla temerosa en la brisa,
y más que animalito de Dios,
de los que viven en los agujeros.
¿Acaso en las hendijas
anidan las iras del Eterno,
y los veloces fuegos
en las pupilas de las bestezuelas?
Cuál dardo,
cuál último dardo has de clavarme,
oh Ángel sin merced,
fiero como Azrael, dulce como Gabriel:
¿El dardo tenebroso
que viste de dolor sin esperanza?
¿El dardo que desnuda
en la ebria claridad sin fin ni sombra?
Mi grito, en el silencio,
hendió, ríspido, hasta el vértice nocturno.
La noche caía virginal, y dulce, y láctea,
así como el manto de María.

1939

















CAMPOSANTO RURAL

En este camposanto rural descansar quiero
para siempre,
aquí, junto a los míos.
Cubierto de altas hierbas
con nidos de palomas y conejos,
los árboles hojosos
agobiados de flores y de mieles,
los pájaros brillantes
trinando, chupando, revoloteando,
la tierra olorosa siempre tierna
como tierra de mayo,
y los lentos mugidos de las vacas
llegando a yacer sobre las tumbas de los amos.
Aquí descansar quiero,
muy cerca de los muertos de los barrios,
de mis compañeritos de vagancia,
Luis Campos, José Castro, los Lagunas,
que envejecieron y murieron,
y se vinieron aquí desde hace tiempos,
y acostados están oyendo el río,
las aguas oyendo de sus baños y sus risas,
oyendo y recordando para siempre.
Aquí descansar quiero,
aquí junto a los míos,
no en polvo convirtiéndome:
en tierra fresca y tierna de mi tierra.

1940













ENTRETIÉN CON JOAQUÍN PASOS

Esta noche te he sentido, Joaquín, cerca de mí.
¿Detrás? ¿Al lado? ¿Dónde?
No sé. Pero allí estabas:
cercana tu presencia real, lejano amigo.
¿Qué quieres? ¡Di qué quieres!
Déjate de enigmas.
Somos cobardes, Joaquín, somos cobardes;
en verdad, en verdad nada queremos
con quien habita el reino de los muertos.
¡No queremos partir! ¿No lo recuerdas?
Amamos esta tierra que huele,
esta olorosa tierra húmeda en la noche,
esta luna magnífica, estos claros, dulces luceros,
este silencio henchido de rumores nocturnales.
Amamos la casa, la calle, la ciudad en que nacimos,
donde estamos envejeciendo;
los árboles del paisaje familiar.
Y nos asimos de los recuerdos
y de las manos queridas.
¡No queremos partir! ¿No lo recuerdas?
Bueno, Joaquín, adiós. Debes marcharte.
No han caído las hojas sobre tu nombre,
ni el polvo.
Un dulce alisio de amistad sopla de vez en cuando.
Eso te baste.

1954



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