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lunes, 25 de junio de 2012

7260.- MARCIA ONDINA MANTILLA



Marcia Ondina Mantilla

Poeta, narradora y artista plástica. Nació en León, Nicaragua en 1966. Co-fundadora de la agrupación literaria “ESPJO” de León. Es miembra de ANIDE.

Su poesía está dispersa en la antología colectiva del grupo titulada "ESPJO Poesía" (León: Edit. Universitaria UNAN, 1997), en Mujeres de sol y luna (Managua: Helena Ramos, 2007) entre otras, en la revista ANIDE y suplementos literarios del país. En el 2005, participó en el I Festival Internacional de Poesía de Granada y participa en distintas actividades literarias del país entre ellas las organizadas por ANIDE. 






Y ahora qué

Las fantasías se rompen
en pedazos ilegibles
una palabra
se apaga a la fuerza
por interrupción de los gritos
la esperanza es un quejido
y de las manos que transmiten
solamente queda
un roce momentáneo.

(Antología colectiva Poesía)






Me detengo muchas veces
a observar
la gota de agua que resbala por la hoja
hasta caer al suelo
dejando momentáneamente
la huella de su caída
el color de una noche
donde la lluvia amenaza con desbordarse
las olas
cuya densa espuma
se adhiere a mi cuerpo
el pájaro
que con su pico explora
el contenido de la taza
donde comen los perros.
Me detengo a escuchar
el silencio relativo
que circunda la ciudad
las notas que los dedos
diestros
saben sacar de la guitarra
la lluvia que arrecia
y golpea fuerte los techos
inundando de un solo sonido
su entorno.
Me detengo a sentir
el contacto delicado
de la mano que se posa en mi brazo
en un gesto expresivo de saludo
el beso que se prolonga
y culmina en la pasión
más extenuante
la corriente que despide mi cuerpo
al contacto visual
con los ojos que espero me miren.
Pero concluyo
que muchas veces
no me detengo en mi tristeza
a mirarme
a sentirme
a escucharme
padeciendo así
el más deprimente abandono.







Relativo

Este silencio es relativo
porque puedo escuchar con nitidez
la segundera del reloj
las voces que llegan hasta mí
como un murmullo
el ruido del televisor
de alguna casa vecina.
Es el silencio de una noche
que aún no termina
por adormecer la ciudad.
Cuando el reloj marque las doce
y sean muchos más
los vencidos por el sueño
continuará
su inquebrantable relatividad.
Llegará la madrugada
con sus acostumbrados sonidos
el canto de los gallos
los transeúntes rumbo a su quehacer
pasando ante mi puerta
la carreta con leña
los deportistas que madrugan
y en mi habitación
me atrapará la mañana.








El viento
con ese roce suave que me envuelve
me recuerda sus caricias
esas que me da
cuando mi cuerpo
queda al descubierto
entre las sábanas
el espejo
y sus ojos.
El silencio
que viene a posarse sobre mis hombros
me recuerda
el sonido de la respiración
mientras su cabeza
descansa sobre mis senos erizándoles.
La luna
que atrevida enfoca mi rostro
me recuerda
la chispa en sus ojos
mientras humedece con su boca
cada parte mía.
Por eso no puedo
sentir el viento
escuchar el silencio
dejarme ver por la luna
sin recordarle
al tiempo que me pregunto
cómo me recuerda él.






Me inventé cada forma
de rozarte con mis dedos
de deslizar mis labios por tu cuerpo
de entretenerme observándote
de posar mi cabeza en tu espalda
de delinear con mis pies tus piernas
de decirte lo que deseabas escuchar
de desnudarme despacio
de amarte de prisa
de escuchar tus gemidos en silencio
de entregarme entre murmullos y risas
pero aún guardo secretos
que puedes descubrir.







Siempre lo mismo

Un caballo
que se cruza de repente.
Un ciclista
saliendo de un cruce
con imprudencia.
Un vehículo
impaciente por llegar a su destino.
Un peatón
caminando con total descuido
sobre la carretera.
Siempre lo mismo.
Al día siguiente
tomo el periódico
y leo
“muere en accidente…”








Decido

Decido
saludar esta tarde
donde muchos son los ausentes,
pero yo,
la más ausente de todos.

Decido
saludar esta tarde
que no detiene su tiempo
cuando llueve a intervalos
y el sol aparece brevemente.

Decido
saludar esta tarde
porque ya di mi saludo
al poeta que se marchó
llevando en su memoria
la fruición
de una noche de versos.

Decido
saludar esta tarde
que se niega a marchare
porque las flores perfuman su estancia.

Decido
saludar esta tarde
con una sonrisa y una mirada
donde no haya rastros de tristeza.

Decido
saludar esta tarde
porque quizá
mañana me haya muerto
y ya
no podré saludarla.

(26.10.03)













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