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viernes, 22 de junio de 2012

7148.- TERRANCE HAYES






Terrance Hayes nació en Columbia, Carolina del Sur en 1971. Recibió un BA de la Universidad Coker en Hartsville, Carolina del Sur, y un MFA de la Universidad de Pittsburgh programa de escritura.

Premios

2011 United States Artists Zell Fellow for Literature 
2010 National Book Award for Poetry, for Lighthead
Pushcart Prize, a Best American Poetry 2005 selection
National Endowment for the Arts Fellowship
2009 Guggenheim Fellowship[10]
James Laughlin Award runner-up, from the Academy of American Poets
Whiting Writers Award
Kate Tufts Discovery Award for Muscular Music (1999)
2001 National Poetry Series, for Hip Logic

Libros poesía

Lighthead (Penguin Books, 2010) —winner of the National Book Award
Wind in a Box (Penguin Books, 2006)
Hip Logic. Penguin Books. 2002. ISBN 978-0-14-200139-4.
Muscular Music(Tia Chucha Press, 1999; reissued by Carnegie Mellon University Press, 2006)







God is an American

Todavía amo las palabras. Cuando hacemos el amor en la mañana,
tu piel todavía húmeda por la ducha, el día se calma.
Shadenfreude tal vez sea la mejor manera de nombrar el recubrimiento
de la adultez, el polvo de azúcar sobre una camisa negra. Estoy

solo ahora en el último piso jalado por la obsesión, la tinta
en mis dedos. Y a veces es un nombre difícil.
A veces es como el mundo antes de América, el paren-
tesco de tontos y cazadores, los niños, los sueños

de madres sin estilo. Una palabra puede ser la huella de una bota
en un cuadrado de cemento fresco y el lustre de la mañana.
Tu respuesta a mi beso es Tengo una caries. Estoy
enamorado de lo incompleto. Estoy aferrado a tus dársenas.

Sí, tengo una buena idea de lo que es la belleza. Sobrevive,
en efecto. Duele como un libro abierto. Hace difícil vivir.







Guía del mareado a la galaxia

Damas y caballeros, fantasmas y niños del estado,
estoy aquí porque nunca he podido agarrarle el truco al Tiempo.
Esta hora, por ejemplo, sería como todas las otras
si no fuera por la lluvia que cae a través del techo.
Mejor es que no sea muy explícito. Mi noche es indiferente
consigo misma, problemática como una mujer sin sostén
en el invierno. Creo que todo es una metáfora del sexo.
Hacer el amor imita el acto de partida, la luz de la luna
gotea desde las hojas. Puedes pasarte toda la vida
nada más preparándote para la vida y pensando, 
“¿esto es todo lo que hay?” Por eso estoy aquí donde los poetas vienen
a beber un fuerte veneno oscuro con diminutos trozos de hielo,
algo para soltar mi lengua de primate y sus sílabas
de escombros. Sé que todas las palabras vienen de palabras preexistentes
y se dividen hasta que nuestros pronunciamientos desarrollen yoes.
El pequeño perro ladrándole a la oscuridad tiene algo que decir
sobre la forma en que vivimos. Prefiero tener lo que mi papi llama
“camarón”. Él dice “discreta” y se refiere a la calle
que precisamente no alcanza la vista. No lo que ves, sino lo que percibes:
eso es poesía. No el ruido, sino su ritmo; un arreglo
de desarreglos. Te comeré para vivir: eso es poesía.
Me gustaría resplandecer como una morena embarazada.
Me gustaría poder llorar como mi maestro mientras nos leía
el soliloquio del sí de Molly Bloom. Cuando beso a mi mujer,
a veces saboreo su cautela. Pero no hablemos de eso.
Tal vez el único propósito del Arte sea preservar el Yo.
A veces juego a que mi nave primitiva dispara
sobre una nave espacial alienígena cuya objetivo es la destrucción
de la tierra. Otras veces me enamoro de una palabra
como lo sombrío . O la luz de la luna exprimiendo ramas desnudas.
Todas las especies tienen una noción de vacío y sin embargo
las flores no dejan de abrirse. Llevo conmigo el quejido
que puedes escuchar cuando la boca colapsó, la sabiduría
de los monos. Pregúntale a un vaso de agua por qué siente piedad
por la lluvia. Pregúntale al alocado perro del patio por qué tolera la correa.
Hermanas y hermanos, cuando pasen sus noches
exponiéndose, hay una probabilidad de que caigan en su sueño.








Viento en una caja
-según Lorca

Quiero siempre dormir bajo una cobija –roja y brillante–
de hojas. No quiero nunca vestir un abrigo de hielo.
Quiero aprender a caminar sin pestañear.

Quiero sobrevivir la tortuga y el padre de la tortuga,
la piedra. Quiero una boca llena de permisos

y un capullo rosado refulgente. Si la flor silvestre y el hormiguero
pueden volver después de dormir cada estación, quiero salir
de esta casa vistiendo nada más que viento.

Quiero recibirte, quiero esperar el bus contigo
pesando menos que un escalofrío. Quiero combatir los rayos

de gris que iluminan los nichos y los senderos sinuosos
de tu pelo. Quiero combatir los codazos húmedos
de la nieve. Quiero combatir el viento.

Quiero ser el viento y quiero combatir el viento
con su caída pancarta de aislamiento, sus batientes

puertas mosquiteras, sus cajas doradas y panfletos de ruido
cuidadosamente doblados. Quiero combatir las aburridas líneas rectas
de dos por cuatro y los desenlaces, tus desaprobaciones,

tus dudas y reglamentos, tus copias al carbón.
Si la langosta puede abandonar su traje,

quiero un nombre completamente nuevo. Quiero la furia de la pimienta
y la ternura de la sal. Quiero la virtud
de la lluvia nocturna, pero no sus habladurías.

Quiero la intuición de la luna, pero no sus preguntas.
No quiero la malicia de la nada en la tierra. Quiero entrar

en cada habitación de una extraña ciudad electrizada
y encontrarte ahí. Quiero tus labios alrededor de la campana de carne

en la parte inferior de mi oreja. Quiero ser el espejo,
pero no la mesa de noche. No quiero ser el encendedor de luz.
No quiero ser la fotografía amarilla

o el libro de poemas. Cuando abandone este cuerpo, Mujer,
quiero ser llama pura. Quiero ser tu canción.




Cocktails with Orpheus

After dark, the bar full of women part of me loves—the part that stood
naked outside the window of Miss Geneva, recent divorcée who owned
a gun, O Miss Geneva where are you now—Orpheus says she did

not perish, she was not turned to ash in the brutal light, she found
a good job, she made good money, she had her own insurance and
a house, she was a decent wife. I know descent lives in the word

decent. The bar noise makes a kind of silence. When Orpheus hands
me his sunglasses, I see how fire changes everything. In the mind
I am behind a woman whose skirt is hiked above her hips, as bound

as touch permits, saying don't forget me when I become the liquid
out of which names are born, salt-milk, milk-sweet and animal-made.

I want to be a human above the body, uprooted and right, a fold
of pleas released, but I am a black wound, what's left of the deed.





Mystic Bounce

Even if you love the racket of ascension,
you must know how the power leaves you.
And at this pitch who has time for meditation?
the sea walled in by buildings. I do miss
the quiet, don't you? When I said, "Fuck the deer
antlered and hithered in fur," it was because
I had seen the faces of presidents balled into a fist.
If I were in charge, I would know how to fix
the world: free health care or free physicals,
at least, and an abiding love for the abstract.
When I said, "All of history is saved for us,"
it was because I scorned the emancipated sky.
Does the anthem choke you up? When I asked
God if anyone born to slaves would die
a slave, He said: "Sure as a rock descending
a hillside." That's why I'm not a Christian.






New Folk

I said Folk was dressed in Blues but hairier and hemped.
After "We acoustic banjo disciples!" Jebediah said, "When
and whereforth shall the bucolic blacks with good tempers
come to see us pluck as Elizabeth Cotton intended?"
We stole my Uncle Windchime's minivan, penned a simple   
ballad about the drag of lovelessness and drove the end
of the chitlin' circuit to a joint skinny as a walk-in temple
where our new folk was not that new, but strengthened
by our twelve bar conviction. A month later, in pulled
a parade of well meaning alabaster post adolescents.
We noticed the sand-tanned and braless ones piled
in the ladder-backed front row with their boyfriends
first because beneath our twangor slept what I'll call
a hunger for the outlawable. One night J asked me when
sisters like Chapman would arrive. I shook my chin wool
then, and placed my hand over the guitar string's wind-
ow til it stilled. "When the moon's black," I said. "Be faithful."








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