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jueves, 19 de abril de 2012

6702.- JOSÉ MARTÍNEZ-BARGIELA


JOSÉ MARTÍNEZ-BARGIELA nació en Pontevedra, Galicia, en 1921, y falleció en Buenos Aires en 2009. Poeta, narrador, ensayista y traductor de inglés y portugués. Publicó veintitrés poemarios; son algunos de ellos: Los ávidos laureles, Hojas de palisandro, Fragmentos de la noche, El escultor, Abismo de ausencia, El navegante; y el cuento: El crimen de los carboneros. En novela: Yo, el esmoquin (2008). Numerosas antologías recogen partes de su extensa obra. Su familia le editó el libro póstumo Monocordia (poesía, 2011) y El Grupo Literario La Luna Que, del que formaba parte desde 1998, lo recordó con la edición de José Martínez-Bargiela - Apostillas de los amigos (2011).





HISTORIAS DE CIEGO CON VIOLÍN

¡Vean, vean a los guardias,
la ley es calva y una sola;
de fugas, esquiva ley aplicada
bajo los arcos del puente: ley,
toda sentencia es válida!
Observen el resplandor del fuego,
adviertan pulir el acero las balas,
por turno el humo del tiro de gracia,
el innecesario suspiro.
De la comedia a la farsa,
inútil bululú tan solo con ver fluir
y anudarse el agua
al rojo color del río,
la falsa sentencia al alba
por suscribir la muerte amanecida
al postrer canto del ruiseñor,
y pretenden las aleluyas
loar caros maitines,
vulnerar, transgredir sordas lágrimas
en cuerdas de violín, el drama.




PASO Y PASO

Qué hago yo
que no miro atrás
cuando cruzo la villa
al costado de la empalizada.
Por qué me siento
tan poco bravo
al amanecer

estas miserias devenidas
de los innombrables
de la historia impía

en zancos y signos
apedreado miro
a los niños descalzos
inocentes ondear
banderas de desencanto
para mantener en alto
la otra historia
viva

cuando paso y paso
y pasan los trenes suburbanos
de la desmemoria
gritan...

Adiós digo o callo
y del pan la mano escondo
sinsabor del prodigio

el alimento
símbolos amargos
del que la billetera monda
por cualquier adagio
a bordo del instante
vuelan a Ezeiza lejos
del brazo de algún mecenazgo
en trueque
en la calavera hueca
de su propia sangre.



BY-PASS DE MILENIO

Músicos y poetas cayeron
infinitos en la trama lírica del siglo veinte,
haciendo música, cantando,
ejecutando sus violines;
elucubrando, desertores los aedas,
inverosímiles hipocresías fugadas
del Olimpo con los dioses,
los cantos griegos y sus bardos encanecidos
en el altar de los atletas.
Píndaro, ya cansado de encender la antorcha,
sus poemas, regresa del Estadio y no vuelve
en los épodos de la Odas triunfales.
Músicos y poetas sin aliento
denostan al promediar la adversidad
reiterar la noche más larga de los tiempos:
centuria ominosa caida al vacío del escarnio.
Aliteradas glosas el canon sugerido de la injuria.




DESVARIADO

No sé si voy a ponerme a llorar
aquí, de pie
en esta extrema de terreno,
al verme invadido en las incultivadas
parcelas,
abandonadas a la ecológica belleza,
triste e incapaz de ser,
de revertir este momento.
El zarzal me cubre donde hubo
vida campesina y frutos, hay
tierna maleza ahora.
Y aún me maravillan
los cantos de pájaros menores,
aquellos que no emigran
y son constantes
en las cuatro estaciones del año,
embelleciendo los extraviados
ramajes indomables,
descolgados indiscriminadamente
sobre los arroyos de antaño
que me estimulan y me hacen humano.
Cuando me vuelva a ir
he de dejar el grito
agradecido como hijo,
padre y abuelo,
de saber quien sabe qué
de cambios futuros,
ha de sorprerderme
el intento de jamás,
mis inconstancias.





LUNA LLENA

Entre los veinte años
y los sucesivos treinta
¿qué piensa esta mujer
que va a mi lado?
Me mira
y me ignora,
me inaugura
pretencioso intruso
a una quimera.
Devoro la idea
—pletórica presencia—
de nunca volver
a encontrarnos,
ya nos perdimos
en recuerdos de siempre.
Han sido pensamientos
gemelos
los que humanos.
La mutua coincidencia
viaja con nosotros dos,
solos y ausentes.





ANOCHECE EN LA CIUDAD

En esta ciudad secreta
de tres millones de gentes
quizás viva alguien a quien yo ame.
En este vaivén humano, en esta
alta marejada, uno se desmadra,
se diluye, se desmaya.
Un encendido candelabro de almas
se desvanece en el interín
y derrama el pabilo de la nada
y oscurece.
Debajo de las baldosas: la palabra,
desentonada voz,
vaga desde el grito en la pisada inútil
del amante que se despide,
del odio que escalda,
del amor que no dimite,
por más que la noche caiga
en la esmeralda del cenit.





TEJIDO A MANO

Mientras teje.
¿en qué piensa
esta mujer, a mi costado?
Le estorbo la madeja,
aguja bajo el brazo.
Me aparto un tanto,
me corro en el asiento
entre punto y cruz,
en su pensamiento lejano,
de mí ajena. Ni siquiera
vislumbro silencios,
que el entramado sea
-de su ser tejido-
espacio y clave. Tal vez
el collage menos pensado: hilo
que tensa el corazón
en el olvido.






YO, EL ESMOQUIN
(fragmentos)

Soy apenas un invento de investidura,
heredero pobre de la prole
de ínfulas diplomáticas,
arrumbado
por descarte
y rescatado
de la indigencia de un ropavejero
por un novicio en el arte de la gastronomía.

De ahí en adelante soy algo así
como el que asiste a una misa carismática:
un sacerdote trasgresor,
un fanático ortodoxo,
un judío con quipá.

Pero lo que no digo que soy,
sin ton ni son:
enigmático, jurado socialista,
aunque lleve los ojos vendados
al promediar la cena.






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