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jueves, 30 de agosto de 2012

7754.- JOAQUÍN BROTÓNS


                                   

Joaquín Brotóns nació el 16 de Febrero de 1952 en el número 6 de la céntrica y popular calle Real de Valdepeñas, en el seno de una conocida familia de bodegueros, dedicada a la elaboración, crianza, embotellado y exportación de vinos, entre otras actividades. Cursó estudios de Derecho y colaboró en las compañias mercantiles: "Matías Brotóns, S.A." y "Sucesores Hnos. Brotóns, S.L.". Tras el cierre de las empresas familiares trabajó en el Ayuntamiento de su ciudad natal, en el departamento de Prensa y Documentación. Actualmente está destinado en Cultura.

Ha publicado los siguientes libros:

Poemas para los muertos (1977).
Las máscaras del desamor (1978).
Amor, deseo y desencanto (1979).
La soledad de la luna (1980).
El espejo de la belleza (1982).
Poemas del amor ambiguo (1983).
La desnudez cómplice de los dioses (1985).
Reencuentro en el sur (1987).
Rosas negras (1998).
Poemas de Joaquín Brotóns (1998).
El vino de Valdepeñas en las tabernas de Madrid (1999 y 2003).
Selección (2002).
Poesía escogida (2002).
Joaquín Brotóns: 25 años de vida-obra(1977-2002), (2002).
Adiós, Muchachos (2005).
Joven Ilicitano (2007).
¿Regresar al Sur? (2007).
Espejo de sombras (2011).

Ha sido incluido en numerosas antologías y parte de su obra está traducida al francés por Francoise González-Rousseaux y al griego por Paris Bantudis.

Asiduo colaborador en los medios de comunicación. Entre 1993 y 2002 dirigió la Galería de Arte "Casa el Cojo". También ejerce la crítica de arte y literaria en revistas y periódicos especializados.

Su obra ha merecido una creciente atención por parte de críticos y lectores, prueba de ello es el número monográfico que la revista castellanomanchega "El Cardo de Bronce" le dedicó en 1988, en el que colaboraron las más importantes plumas del país. Sobre su obra poética se han dictado conferencias y se han escrito estudios, artículos, reseñas y críticas, entre las que cabe destacar las de José Hierro, Pablo García Baena, Francisco Nieva, Vicente Núñez, Luis García Montero y Luis Antonio de Villena, entre otros prestigiosos críticos y poetas, que elogian su personalísima voz y su sinceridad al tratar el amor homosexual, el amor griego.

 LA WEB DEL AUTOR:
http://www.joaquinbrotons.com/index.asp?url=wi01ws1wm321wdjoaquinbrotons/Joaquin-Brotons/Inicio/


regresar_al_sur.jpg
¿Regresar al Sur?

A Pablo García Baena.

Qué sentido tiene volver al sur. Muertos los amigos:
Rafael Pérez Estrada, Vicente Núñez, Rafael Medina...;
regresados a su Córdoba natal Pablo García Baena y José de Miguel,
nada es igual en la “Ciudad del Paraíso”.
Aquellos bares nocturnos de ambiente...,
donde encontrábamos radiantes a los viriles efebos sureños de piel
africana y labios de coral, ya no existen. Cerraron sus puertas:
”Arcos”, “La bubú”, “La rosa negra”, “Potros”..., en los que el alcohol 
brillaba en los ojos negros de la pantera hambrienta-el leopardo 
del deseo-, cuando el ron y el whisky tenían sabor a noche estival 
y los cuerpos de fuego incandescente cubiertos de escamas azules,
de espuma y salitre, quemaban, abrasaban el gélido viento escarchado 
que marchita las biznagas, que brotan en aquella tierra maravillosa 
en la que el sexo es siempre grato, natural, espontáneo y gozoso,
sin ridículos prejuicios ni tabús de caducos burgueses de doble moral.

Qué habrá sido de aquellos hermosos muchachos bisexuales,
que compartían nuestras interminables noches de placer,
junto al pecho azul y arenoso de las playas de un Mediterráneo
que estrellaba sus olas contra los dorados torsos de mármol tallados 
a gubia y cincel.
Que sería de Rafael, Miguel, Juan y tantos otros andaluces hedonistas
-muchachos venales-,
que endulzaron mis frías noches solitarias
en las que el sexo se convertía en amor,
ya que, nunca he podido desnudarme si no he sentido el rapto, 
el arrebato de amor...
-aunque sólo fuera unos instantes, unos minutos-,
el temblor de la pasión recorriendo mi cuerpo,
que se estremecía al palpar la piel de terciopelo rojo de un mancebo 
pleno de vida, lleno de vitalidad que brotaba de la fuente de su sexo 
enérgico.

Qué sentido tiene regresar al sur, si ya todo es distinto.
Y, sin embargo,
sigo volviendo cada año fiel a la cita con la belleza efébica,
el contacto carnal que, cual río de lava baja embravecido,
furioso, desbocado, enloquecido,
como una yegua salvaje que relincha a la luz cegadora de la luna llena,
buscando en la oscuridad estrellada la nieve y el perfume a violetas
y azahar del amor que rueda por la montaña escabrosa 
y recorre impetuoso el inmenso campo lunar de rocas de nácar y marfil,
el bosque de espaldas de bronce, hierro y acero,
la selva de esculturas de piedra y afiladas navajas de empuñadura 
de asta de toro, que se derriten ante la belleza de los dioses 
del Olimpo terrenal.

Por qué vuelves donde fuiste feliz,
si sabes que has envejecido y tu tiempo pasó,
que sólo quedan rescoldos que carbonizan, hieren mortalmente
y el sol ya no ilumina tu amplia sonrisa de ayer,
en la que se dibujaba los gruesos y sensuales labios de la pasión amorosa.

Por qué regresas, si ya todo es diferente y tu mundo ha muerto,
caducado, olvidado entre las rotas tumbas del desamor, 
en las que crece la maleza, desaparecido entre las amarillentas sábanas 
de encaje que adornan el pasado esplendoroso, cálido, que trepa 
por las alas de un gigantesco ángel de bronce cubiertas
de laurel-hiedra y crece junto a las acequias y los estanques 
rebosantes de agua perfumada con pétalos de rosas rojas y blancas, 
que inunda los espejos isabelinos que decoran tu casa, en la que 
duermen los polvorientos sillones art- decó junto al aparador alfonsino 
y los relojes “Ojo de buey” centenarios,
que franquean las amarillentas fotos color sepia de tus antepasados,
que contemplan los retratos de tus jóvenes amantes,
siempre bellos, narcisos e infieles compañeros,
jóvenes soldados en la batalla..., hermosos,
como buganvillas azules y moradas en flor que recorren el muro 
impoluto del amor.

Ya nada es igual y las ensordecedoras trompetas de plata repujada 
tocan retirada.
Vuelve a tu celda de ermitaño, poeta, y añora en soledad los días 
dorados del amor juvenil, pleno de luz celeste, que se filtraba 
por los huecos de la pasión que viviste intensamente, cuando eras 
feliz y acariciabas los sensuales labios del placer oscuro, 
proscrito por la sociedad bienpensante...,
aquellos labios frescos, húmedos, hoy resecos y fragmentados,
en los que la piel dibuja un extraño mapa de cuevas y cavernas vacías,
abandonadas por el hombre y habitadas por alimañas voladoras.

No vuelvas más al sur, poeta, que tu tiempo feneció. 
Y las nuevas generaciones, que ayer buscaban tu compañía, 
hoy huyen despavoridas ante el viejo escéptico, solitario y dipsómano 
que, en soledad, en la alta madrugada, agota la última copa -ya
prohibida por los médicos-, mientras contempla la anhelante belleza 
que debe dejar pasar, aunque la desee inmensamente, apasionadamente,
como cuando era más joven y se entregaba en sus brazos de granito rosado,
en las fuertes ramas que brotaban del atlético torso del cuerpo deseado,
cuya delicada y tersa piel de Hermes acaricia las finas y delicadas 
aristas de un sueño;
el sueño del amor sureño que, tantas veces poseíste entre tus manos,
haciéndolo realidad, besándolo, acariciándolo dulcemente,
mientras la luna llena vigilaba la agitada respiración del viento huracanado,
que esculpía enigmáticas sombras sobre la fina arena la playa
que la marea devolvía al fondo del mar, junto a los galeones 
y sus tesoros hundidos, envolviéndolas entres la niebla y el rumor 
atronador de las gigantescas olas que arrojaban viejos troncos, algas 
y raíces contra el malecón del desamor, el destartalado muelle 
de madera podrida en el que se estrella el barco de los sueños,
la frágil nave en la que jóvenes y musculosos marineros de torso 
desnudo beben vino y vermut en grandes caracolas con olor a mar 
revuelto, enfurecido…, que excita sus instintos sexuales, 
cuando las estrellas son cómplices de los cánticos con que, ebrios 
y medio desnudos, saludan al nuevo día que iluminará su vida sureña.

Málaga, 2006-Valdepeñas, 2007.




poesia escogida.jpg

POESÍA ESCOGIDA. 2002.

Este tomo exquisitamente prolongado por Amador Palacios, filólogo y estudioso de la poesía brotonsiana, antologa los poemarios publicados de J. Brotóns e incluye 3 poemas inéditos.

Escribe Palacios: “Las líneas temáticas de la poesía brotonsiana están indicadas explícitamente en los propios títulos de sus libros, que incluyen vocablos, guías de esta situación temática, como máscaras, desamor, amor, deseo, soledad, belleza, reencuentro; haz temático conducido en unos cuantos símbolos muy constantes, entre los que se cuenta el espejo, la luna y el caballo, con respeto a este último, Pedro Antonio González Moreno declaraba que en la poética de Brotóns “el caballo se convierte en símbolo de la sexualidad masculina, en imagan de lavirilidad febriel, de la pura energía sexual apasionada y dominante”, imagen que “puede teñirse a veces de irracionalismo o puede metaforizarse con una finalidad meramente estética, pero habrá siempre en él una alusión más o menos recóndita al sexo...”



Vuelve amor, amor mío.

   Vuelve amor, amor mío,
regresa a la raíz, a los lares o pagos
de la infancia dorada,
a la luz cegadora de la tierra materna,
al silencio sensual y cálido
de las viejas bodegas centenarias
de nuestra ciudad, en las que tantas veces nos amamos.

Vuelve amor, amor mío, regresa.
Aún nos queda tiempo para el amor.
Vuelve. Y no te preocupen los comentarios
de lugareños maliciosos,
los insultos de la gente baja.

Vuelve amor, amor mío, regresa.
Aún queda tiempo para el amor.





Ganímedes.

Para Joaquín Morales Molero.

Trabaja en una discoteca de una pequeña ciudad de provincias.
Y es amable, cariñoso, cordial, tierno.
Sus cabellos son morenos, sedosos, finos, como lluvia de cava
que se despeñara por una catarata de pétalos de rosas.
Y los ojos de un dulce color miel,
llenos de alegría, de luz, de embrujo y misterio.
Los labios sensuales, vivos, apasionados, ardientes,
con deseos y esperanzas de nuevas aventuras...
Y la piel muy cálida, casi abrasadora, volcánica,
perfumada con aromas del mediterráneo.

Muchacho, joven amigo,
espero que no te hundas en la mediocridad,
en su río dorado de espumas putrefactas.
Tú has nacido para alcanzar la luna y el sol con las manos,
para bañarte desnudo, coronado de laurel y mirto,
para volar sobre encrespadas olas escarlata, beodas de hermosura
marinera y viril, dotadas de torsos alados, esculpidos
en piedra, mármol, bronce, oro, plata.

Joven copero, hermoso mancebo,
tú has nacido para ser dibujado, inmortalizado por las
manos sagradas de un verdadero artista y amante de la belleza
griega, efébica, como Joaquín Morales, que te coronorá con
dionisíacos racimos de placer.







Noche negra.

Para Amador Palacios y Carlos Morales

Una vez más el amor ha huido en un potro salvaje,
en un caballo blanco y negro de crines plateadas,
desbocado por el ciclón del deseo,
por la locura y el fuego abrasador e incandescente
de una pasión oscura, turbia, proscrita,
prohibida por la sociedad moralista.

Una vez más has sufrido la humillación y el fracaso
de un desengaño amoroso, la sucia y enmohecida navaja del
desamor ha herido mortalmente tu viejo corazón.

Una vez más has vuelto a hundirte en el pozo negro de la
depresión, en la ciénaga de la angustia, en el profundo
féretro de la desesperación...,
en el callejón sin salida del alcohol, en el que, cual Verlaine
ebrio, en la noche alta, fría, abandonas las sórdidas tabernas
en busca de tu amado Rimbaud, que ya nunca volverá,
nunca regresará a tu lado.

Una vez más la soledad ha sido tu fiel amante,
tu única compañía.




 

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