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domingo, 25 de marzo de 2012

6458.- OLGA MUÑOZ CARRASCO

Olga Muñoz Carrasco (Madrid, 1973) es profesora e investigadora en Saint Louis University (Madrid Campus) y en la Universidad Complutense de Madrid. Dedicó su tesis doctoral a la poesía peruana, trabajo por el que obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado. En el Perú se ha editado su libro Sigiloso desvelo. La poesía de Blanca Varela (Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2007). Como investigadora ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas, además del prólogo al poemario Hotel del Cuzco y otras provincias del Perú de Pablo Guevara (Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003).
SigilosoDesvelo.jpg
Su poesía ha sido recogida en varias revistas españolas e hispanoamericanas (El signo del gorrión, Revista del Vigía, Vera, 7de7…). Ha participado igualmente en numerosos recitales y encuentros poéticos. La caja de música es su primer poemario publicado y en pocos meses está previsto que salga a la luz el segundo, El plazo. Actualmente se encuentra trabajando en un nuevo poemario titulado tentativamente Cráter.

PUBLICACIONES
“La búsqueda del origen en El libro del barro de Blanca Varela”, Revista Lienzo, Lima,
2006.
“El barco de la luna. Clave femenina de la poesía hispanoamericana, de Jorge
Rodríguez Padrón”, Revista Anales de Literatura Hispanoamericana, Madrid, 2006.
“Notas sobre Poema y Mundo”. Revista de poesía 7 de 7, Madrid 2006.
Prólogo a Hotel del Cuzco y otras provincias del Perú, de Pablo Guevara. Publicaciones
de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003.
“La vida de Darío cantada por él mismo: poesía como autobiografía”. Revista Anales de
Literatura Hispanoamericana, Madrid, 2001.

POEMARIOS:
“La caja de música”. Ha aparecido en la colección de poesía “Señales de vida”, editada por la Fundación Inquietudes y la Asociación Poética Caudal .


1.


SÓLO LLEGA LA luz a algunas zonas. La mayoría sigue en penumbra, esperando la retirada de esta sombra cicatera que impide verlo todo. Constato la presencia dura, bajo el almohadón, del hueso. Se trata de un sostén mínimo que cede bajo un cielo sin color. Tantas capas de aire sobre nuestros pobres hombros.


La duda se extiende como una mancha viscosa, su transparencia insiste en engañar al ojo. Resulta agotador eliminarla y además los dedos no responden.


7.


TODO ESTÁ LISTO, me dicen. Los muebles siguen en orden, las telas sin arruga de última hora. Las cosas nos rodean con excesivo color, como húmedas. En un instante, tras un ademán casi sin forma, dará comienzo la función.


En realidad es bien simple: levantarse, despejar los ojos, dar de comer, incluso preparar la ropa para cubrir el cuerpo.


Pero ponte recta, me gritan desde el fondo a cada rato.




13.


UNA ANCIANA BUSCA los huesos del hermano, única e insalvable tarea postergada. Respiran manchados en alguna cuneta, luminosos. La madre de ambos, enterrada lejos, logró abrir en su cuerpo un hueco para el hijo, una casa vacía a la que volver un día tal vez. Los restos del hombre serán para entonces minúsculos, con seguridad caben en el nido materno.


La hermana escarba y gime. Va cargando las piezas, atándolas con sogas que arrastra por el campo. Una montaña de huesos lleva a la espalda.


Qué escaso el tiempo para completar el puzzle.


[El Plazo, de Olga Muñoz Carrasco]













VISTA DESDE ABAJO
la casa la cueva el lugar de cobijo
parece un espacio amaestrado
un hueco lleno de infinito y orden.


Se repiten los gestos a diario
hasta que el hábito los aniquila
congelados como están
sucediéndose sin fin.
Nada nuevo entra en la imagen
enmarcada en alguno de los cuatro balcones.


Vista desde abajo parece una caja vacía
más bien una caja de música inaudible
abierta por sorpresa y en el centro
desplazándonos apenas
giramos y giramos los tres
nos miramos de reojo
reflejados en el cristal de los balcones
a cada vuelta.






BAJO EL CIELO rectangular
se oyen pájaros de humo
sucio zureo desde los palomares.


Asomarse al patio
para de levísimas cuerdas
ahorcar animales inmensos
que chorrean
y enfrían el suelo.


Tan lento frescor de la muerte.






LOS CERROS PARECEN de humo.
Imposibles sobre ellos
se hincan edificios y antenas
que evitan el desprendimiento
o la evaporación de la tierra apelmazada.


Nadie sabe si en lo alto
hay ángeles que acumulan arena y la sostienen
como telas borrosas
en el cielo.













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