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viernes, 20 de septiembre de 2013

FERNANDO NOY [10.517]


Fernando Noy 
Nació en San Antonio Oeste, Provincia de Río Negro, Argentina en 1951. 
Es poeta, actor y dramaturgo. En poesía es autor de: El poder de nombrar, Dentellada y La orquesta invisible. Su obra poética ha sido traducida a diversos idiomas. También en teatro se estrenaron de su autoría la comedia Perlas Quemadas y el monólogo Memorial del autómata. Ha escrito para televisión.En cine trabajó como actor con María Luisa Bemberg, Jorge Polaco y Luis Ortega, entre otros. Fabiana Cantilo y Egle Martin han grabado letras de su autoría.

¿Cómo hablar de la poesía de Noy sin invocar lugares santos? Esa es la cuestión. Su obra (vida, palabras, puesta en marcha) nunca dejará de convocar situaciones, satoris, campos de acción, donde siempre están pasando una película sin solución de continuidad.

Cada verbo es una mina: si la pisamos, estallaremos. Guerra de lo sublime, paz de los restos, de los pedazos que quedan, chiquitos, insectos en una caravana alumbrados por la intermitencia de una luz navideña. Y así la vida transcurre, a veces ajena, a veces propia, en el vaivén propio de los extranjeros. No somos de aquí, somos de otro lado, afirma Noy y corroboro.

Alas de mariposa sobrevolando las cosas que permanecerán: los edificios, los rockranroles, los rincones amados. Con un lápiz, con el rouge, con el movimiento exacto de una mano, pintaremos el mundo. El suyo, el mío, el de cualquiera.

En el poema “Dar las Gracias” (perteneciente al libro Dentellada) Noy se confiesa agradecido: “Gracias cielo/cielo antro/cielo sombrío/cielo no nombrado/Gracias/por el placer bebido”. Así se expresa Noy, gambeteando convenciones y estéticas, refugiándose en un puñado de palabras fieles y luminosas, como un grupo de amigos que nunca faltarán a la cita. De eso se trata la poesía de Noy: exprimir las frutas de lo cotidiano, supervivencia de la luz en un mundo malo, cada vez más malo.

“Guardo intacto/el coraje de hacer un paga Dios/como en los setenta/por las farmacias de turno/cuando la poesía anfetamínica/se compraba sin receta”; dice Noy y de esta manera presenta una época y los versos no suenan retro ni nostalgiosos, siempre convocan una vitalidad que aparece como marca en el orillo, que es persistencia y tributo a los lugares marcados por el amor. “Veo con ojos de insecto/Cómo vuelan los años/Y siempre vuelvo/A la primera esquina/Donde urde la tarde/Un hueco sólo para nosotros dos”, se sincera en el poema “Estiva”, clavando otra vez  banderillas en el cuerpo del toro, en el corazón del mundo.






Bañado

Nunca pude sentirme solo frente al río
Brilla una luz perpetua entre sus aguas
Si me acompaña es porque no ostenta cicatrices
ya que su piel convence de perfecta
por siempre intuyo que al fondo
                      muy al fondo
oculta un laberinto de heridas
                      que no cierran
Ahora vuelvo después de tanto tiempo
Quién no regresaría sabiendo que lo espera
una arquitectura azul amante de las lanchas
Esta procesión de fuego
          estremeciendo ocasos
           con la tenura de su espuma blanca
Quien no volvería sabiendo que la lluvia
por el propio deseo de acariciar sus aguas
al fin se ahoga
          en nuestro
             Río Negro

                            a mi madre






Nunca

Jamás
       las hojas del otoño
                  ensucian el camino

Al contrario
       lo enjoyan
       ya cansado de barro

Todo
       estará muerto
           alguna vez

Menos
       esta imagen
               que
                     te
                           toca

Piedra en flor, Ediciones del Paraíso, Buenos Aires, 2011






Fragmentos de imposible

Fui demostrando en vida
mi poder de volar
y retirar intacta
esta espalda de seda
desde el antro del fuego.
Conjurar cada rasgo
de la imagen distante
para fundirme en ella
dentro de un mantra
que es apenas tu nombre.
Si amanece
puedo alzar cada trazo de sueño
como una copa negra destrozada
donde saciar intacta la agónica esperanza
y restaurar el humo
el polen
la arena milagrosa.
Del mármol toda sangre
y de tu sombra
su cuerpo







Alquimia

Cada poeta segrega
una sustancia propia
ansia de verse visible
y volverse a disipar
Salamandra de voces calcinadas
ojos de cuero enjuto
en la algarabía del redoble
desgarrando arpegios
A qué vejamen
en apariencia glorioso
serían convocados
los labios de este aullido?







Ladrido

Tu corazón
Perro cansado
Aunque carne
Hoy comió
También huesitos crujientes de alegría
Sólo así
Cada gruñido
Le permite seguir fiel
Incluso con la rabia.






Artistas de la vida

Vía caminata de ballerina troppo evolucionada
errando desde sus celajes
y los cuadros de Schvartz dispuestos a nacer

Somos los comediantes de paupérrima
de cualquier forma igual celebremos
Divas cleptómanas
Malabaristas de la fe

Somos los comediantes de tercera
y queremos
a propósito
clasificarnos al final de todo eso
Cuenta regresiva que al final van a hacer
Somos los de siempre
Los casi capicúas
Todos atentos en los pliegos de nuestros moños
mientras la victoria aplaude con guantes de arpillera
Algunos ocultos fuman en los vestidores
otros se muerden detrás de algún perchero
La cita es en escena
al concluir la prueba de efectos especiales

Hebra incompleta, Ediciones del Paraíso, Buenos Aires, 2006






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