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domingo, 22 de abril de 2012

6724.- FERNANDO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ


Fernando González Rodríguez fue un importante escritor y poeta español. Nació el 4 de enero de 1901 en la ciudad de Telde (Gran Canaria - Islas Canarias - España). Criado en una humilde familia, desde muy joven destacó por poseer unas capacidades intelectuales adelantadas a su edad, pues entre los 11 y 12 años ya se entretenía escribiendo versos. Gracias al que fue su mentor, Montiano Placeres Torón, recibió una formación específica sobre historia, geografía, literatura y filosofía; incluso en idiomas, pues estudió francés, latín y griego. En aquellos años, en su tierra natal, tener la posibilidad de estudiar todas estas materias era algo que no estaba al alcance de la mayoría de los jóvenes canarios.
Tuvo la oportunidad de estudiar en la Universidad de La Laguna (en aquel entonces Universidad de San Fernando de La Laguna, también conocida como Colegio Mayor de San Fernando de La Laguna), luego en la Universidad Hispalense y después en la Universidad Central en Madrid. Fueron años de enriquecimiento cultural e intelectual, pero también de madurez personal. Siempre como voraz lector de Unamuno, Saulo Torón, Luis Doreste Silva, Alonso Quesada y otros tantos autores contemporáneos con los que tuvo relación personal, y por escrito, durante su vida. Falleció en la ciudad española de Valencia en el año 1972.
Catedrático de literatura desde 1930, publicó sus primeros versos en la adolescencia aparecidos en el periódico La Provincia, en 1916. En 1918 aparece su primer libro de poemas, Canciones del alba, al que seguirán Manantiales en la ruta (1923), Hogueras en la montaña (1924), El reloj sin horas (1929), Piedras blancas (1934) y Ofrendas a la nada (1949). Poeta de la intimidad, su obra contiene una fuerte carga autobiográfica.




Encargo lírico

Tú que de Canarias vienes.
tú que a Canarias te vas,
dale recuerdos al campo
y afectos puros al mar.

Dí a todos los caminos
que no los puedo olvidar;
¡mi corazon fué con ellos
dejando su mocedad! ...

Mira, si el campo está verde,
¡lanza sobre él un cantar!
¡dile que yo se lo envío
del otro lado del mar!




¡QUÉ pequeño soy, Dios mío!
¡Y yo que soñaba ser
como tú mismo...!
¡Qué pequeño soy, Dios mío!
¡Y soñé el mundo en mi mano
cautivo...!
¡Qué pequeño soy, Dios mío!
¡Y en mi corazón vi el pozo
del universo cariño...!
¡Qué pequeño soy, Dios mío!
¡Y yo pensé que era el mar
juguete de mi capricho...!
¡Qué pequeño soy, Dios mío!
¡Y yo que creí que mis ojos
vieron todos los caminos...!
¡Qué pequeño soy, Dios mío!
¡Y yo escuché en mi voz todo
el humano imperativo...!
¡Qué pequeño soy, Dios mío!
¡Que adonde quiera que voy
soy un niño...!
¡Me creí grande, Dios mío!
¡Y no llego a comprender
el poder que hay en ti mismo...!
¡Me creí grande, Dios mío!
¡Y mi ser es en el mundo
un suspiro ...!Antonio Martín Rodríguez


20

¡Me creí grande, Dios mío!
¡Y mi corazón no es más
que una gota de rocío..!
¡Me creí grande, Dios mío!
¡Y el mar jugó con mi cuerpo
a su arbitrio...!
¡Me creí grande, Dios mío!
¡Y aún no he movido los pies
del mismo sitio...!
¡Me creí grande, Dios mío!
¡Y mi voz es tan pequeña
que no llega a otros oídos...!
¡Me creí grande, Dios mío!
¡Y adonde quiera que llego
soy un niño...!
¡Qué pequeño soy, Dios mío!


El reloj sin
horas (1929).

¡Como corrí, descalzo, por las piedras
de mi calle natal! -Éramos pobres,
y de niños teníamos zapatos

Las piedras de esta calle
han sabido las páginas primeras
del libro de mi vida; las perdidas
páginas que yo nunca leeré,
donde acaso decía: ...nació el niño
en el cuatro de enero... Fue en el año
1901..

Tal vez más adelante... “Y habló el niño;
dijo: papá, mamá, pan, agua, leche...”
Donde se añadiría... “empezó a andar...”
Y de este modo constarían todos
los infantiles acontecimientos...

sólo para calzarlos los domingos-.





LAS doce. Claro día de mayo. El mar, activo
por la gracia del sol -gallardo mozo-, aguarda,
impaciente la carga sobre el lomo esquivo,
que comience su viaje la nave, que ya tarda
en partir... -¡Tú me llevas, vieja nave insegura,
a un lugar por el que mi áurea ilusión renace!
¡Puente de mi pasado a mi vida futura,
si en ti un contento muere, una alegría nace!...

Mañana, nave antigua, sé llama en mi memoria
vaga... Como una madre, en mi recuerdo impera,
pues abres una nueva etapa de mi historia
robándome al regazo de la natal ribera...
...Tráfico a bordo. El puerto tranquilo muestra vida
plena, cual el navío hacia el azul se lanza ,
cual figura de un viejo retablo desprendida...
¡En la proa, mis sueños son velas de esperanza!
Entre dos horizontes, creo que el barco se hunde
cual en un pozo... ¡y flota! ¿O me hundo yo, viajero
en mi pequeñez -sombra que todo lo confunde-,
hoy que sobre el mar busco mi rumbo verdadero?




La máxima pobreza de nuestro hogar, hermana,
en nuestros corazones infiltra la amargura.
Para el pobre, la Dicha está siempre lejana:
¡oculta en una noche de infinita negrura!
Y si hoy que de tu santo es el solemne día
te hallases triste y mustia y el corazón doliente,
ven a estos puros versos y busca la alegría,
aunque sean fragmentos de la triste alma mía
y esté manando de ellos mi roja sangre ardiente...




Están
sobre el cadáver del día,
los crespones de la noche
y responsos de luceros.
Las crestas de las montañas
son candelabros y, en ellos
se consumieron los cirios
de este funeral constante.
Y nadie sabe en qué tierra
se pudrirán los despojos
del día...
En la vasta hoguera eterna,
el día es todo llama
y la noche la ceniza...




ATRACCIÓN A LA MUERTE

Dentro de un corazón fui sepultado
allá en la tierra de la infancia mía
y estuve allí mientras el tiempo hacía
polvo viscoso el corazón amado.

A una muerte en olvido destinado,
me empezaba a pudrir vivo, y, un día,
sin esperarlo ya, ¡con qué alegría
por otro corazón fui libertado!

Hoy, pisando la tierra, mi figura
quiere andar firme, mas la sepultura
tira de mí con atracción de sima.

Y si me veis andar tan agobiado,
no es por lo que el vivir me ha maltratado,
¡es porque llevo mucha tierra encima!




A MIS PADRES MUERTOS

Ni árbol ni rosa, sino carne viva
expuesta al golpe del dolor humano;
no habéis pasado por el mundo en vano
¡en él pusisteis mi alma sensitiva!

Ya os dio su paz la tierra, compasiva;
acaso Dios os alargó su mano
y os concedió, con gesto soberano,
una eterna virtud evolutiva...

¡Yo os invoco en la noche de mi suerte!:
Paso las manos por la frente mía,
que es carne vuestra renovada y fuerte,

y siento así, en mis horas de agonía,
que, a través de la tierra y de la muerte,
volvéis a acariciarme todavía...




LA VISITA

Ya se acerca. Percibo su transparente paso...
La llamé, en vano, muchas veces, como el mendigo
que cargaba la leña... ¡Pero ya me hizo caso...!
¡Viene esta noche! ¡Al cabo me llevará consigo!

Quiero entreabrir las puertas. Siento que el alma flota
como un aroma, fuera de la corporal urna,
y que mi vida es una fuente deshecha gota a gota
sobre la sombra indómita de la nave nocturna...

¡Adiós! Mis años fueron como un respiro leve
y mi voz la caricia de un pie sobre la nieve...
¡Si no sané una llaga, tampoco abrí una herida!

Aquí estoy ya, dispuesto.... Saldré por la ventana.
Todos en torno duermen... ¡Al despertar, mañana,
les cubrirá la sombra del vuelo de mi vida...!


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