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domingo, 25 de marzo de 2012

6452.- JUAN-JACOBO BAJARLÍA

Juan-Jacobo Bajarlía (n. en Buenos Aires el 5 de octubre de 19141 - f. en Buenos Aires el 22 de julio del 2005) fue un poeta, cuentista, ensayista, novelista, dramaturgo y traductor argentino.
Fue el mayor de 5 hermanos. Su familia tenía una importante posición económica, pero cuando el joven Juan-Jacobo tenía 12 años tuvieron penurias económicas, motivo por el cual Bajarlía vendió medias en forma callejera para contribuir a generar ingresos. A los 9 años comenzó a escribir poesía y a los 14 su primera novela, llamada La cruz de la espada, cuyo original fue entregado a un falso editor y nunca más se supo de él.2 A los 17 años ingresó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, completando luego sus estudios en la ciudad de La Plata, donde se recibió de abogado. Luego se doctoraría en criminología.
Fue uno de los primeros en introducir el vanguardismo en Argentina. en 1944 formó parte, junto con otros importantes artistas como Gyula Kosice, Edgar Bailey y Carmelo Arden Quin, del Movimiento de Arte Concreto-Invención. En el ambiente literario también trabó amistad con Alejandra Pizarnik y Antonio Di Benedetto.
Se desempeñó en distintos medios gráficos, como la revista Contemporánea (que dirigió entre 1948 y 1956), la revista Referente/el Ojo que mira (la dirigió en 1983) y colaboraciones en los darios Clarín (desde 1980 y por más de 10 años), La Nación, La Gaceta de Tucumán, La Prensa, entre otros.
Tradujo del francés, italiano e inglés a autores como Pietro Aretino, el Marqués de Sade, Wassily Kandinsky, Eugene Ionesco y Jean Tardieu, entre otros.
Además fue uno de los primeros investigadores en parapsicología en Argentina, y participó de las primeras experiencias en parapsicología científica, además de exponer en congresos y conferencias del tema.
Fue vicepresidente de la Sociedad Argentina de Escritores y formó parte de la Asociación de Artistas Premiados Argentinos "Alfonsina Storni" (APA). También perteneció a la Asociación de Escritores Argentinos (ADEA) y a la Sociedad General de Autores de la Argentina (ARGENTORES).
Se realizaron dos documentales sobre su vida y obra, Bajarlía, desandando el tiempo (2003) y Bajarlía (2005).
Falleció a los 91 años en el 2005.

Obra
1950 - Estereopoemas (poesia)
1950 - Notas sobre el barroco (ensayo)
1953 - La Gorgona (poesía)
1955 - La Esfinge (teatro)
1955 - Los robots (teatro)
1956 - Literatura de vanguardia (ensayo)
1956 - Pierrot (teatro)
1956 - Las troyanas (adaptación del texto de Eurípides)
1957 - El vanguardismo poético en América y España (ensayo)
1959 - Sadismo y masoquismo en la conducta criminal (ensayo)
1962 - Monteagudo (teatro)
1962 - Telésfora (teatro)
1962 - La confesión de Finnegan (teatro)
1964 - Cuentos de crimen y misterio (relatos)
1964 - La polémica Reverdy-Huidobro/El origen del ultraísmo (ensayo)
1966 - Crónicas con espías (cuentos)
1967 - Existencialismo y abstracción de César Vallejo (ensayo)
1968 - Canto a la destrucción (ensayo y antología poética)
1969 - La billetera del Diablo (teatro)
1969 - Historias de Monstruos (cuentos)
1970 - Fórmula al antimundo (cuentos)
1972 - Nuevos límites del infierno (poesía)
1972 - El día cero (cuentos)
1972 - Los números de la muerte (novela policial, aparecida con el pseudónimo John J. Batharly)
1976 - Undurraga Poeta Convivencial (ensayo y antología poética)
1977 - El endemoniado Sr. Rosetti (novela policial, aparecida con el pseudónimo John J. Batharly)
1983 - Sables, historias y crímenes (ensayo)
1990 - El poeta y el exilio (poesía)
1992 - Fijman, poeta entre dos vidas (ensayo)
1992 - Drácula, el vampirismo y Bram Stoker (ensayo)
1996 - Historias secretas de putas, musas y otras damas (ensayo)
1996 - Poema de la creación (poesía)
1996 - Lovecraft, el horror sobrenatural (ensayo)
1997 - Breve diccionario del erotismo y cancionero satírico (ensayo y poesía)
1998 - Alejandra Pizarnik/Anatomía de un recuerdo (ensayo)
2001 - Kosice / Un visionario del arte contemporáneo (ensayo)
2007 - El placer de matar (ensayo, publicado de forma póstuma)
2010 - Morir por la Patria (ensayo, publicado de forma póstuma)




SUCESO CIBERNÉTICO


I


EL DÍA AÚN ERA NOCHE EN EL ÁTOMO


El día aún era noche en el átomo.


Crujía en el signo y se movía arrastrando los bloques
de silencio que la edad había sepultado.


Tú eras ya el anuncio de una bacteria que buscaba
otra bacteria,
un sonido que yo destejía para fundar el equilibrio.


No había abajo ni arriba. Lo que estaba a la izquierda
estaba a la derecha y en todas partes.


El centro era todos los centros en un círculo que
buscaba los números.


De “Poema de la creación”










SUCESO CIBERNÉTICO


I


MOVÍ UNA IDEA


Moví una idea.


La palabra movió la noche, y la oscuridad la luz.


Las aguas se bordaron en el día y un pez inició
la rebelión de sus aletas.


Avanzó por la línea enardecida que separó la muerte
de la no-muerte
el silencio del sonido.


De “Poema de la creación”












SUCESO CIBERNÉTICO


I


Entonces dijo la voz:
Yo soy el que estaré.


Después encendí las estrellas las galaxias los
cuásares profundos que iluminaban


los átomos para que el cosmos se expandiera.


Te di una mujer para adornarte
una clave para alimentar tu pensamiento
las formas por hacer que dormían en mi mano
la luz que caía desde un párpado que avanzaba en la


noche donde yo y la eternidad éramos un mutismo
enfurecido


la imaginación que crecía en los límites
la materia que soñaba.


De “Poema de la creación”










SUCESO CIBERNÉTICO 



I


Entonces dijo la voz:
Yo soy el que estaré
y tendré la luz
en tu vientre.


Después puse un signo en tu lengua
y el sonido resplandeció.


Puse decibeles para crecer en la extensión
protones invisibles devorados por el quark
una columna de átomos donde descansaba la fuerza
que traía de la profundidad.


Puse el fuego en tus ojos
la eternidad en tu cintura
el mando en tu voz
la idea de una llama que avanzaba en tu sangre
y perforaba el pensamiento.


De “Poema de la creación”










SUCESO CIBERNÉTICO


I


ERAS UNA PARTÍCULA QUE YA NO SE ARRASTRABA
Eras una partícula que ya no se arrastraba
y ganaba altura
una garra que caía en aluvión y recogía el universo
en la caja de un sueño donde danzaban los espectros
de otras estrellas aplastadas en órbitas enmohecidas,
un tentáculo que enredaba los mundos habitados
para decirse el vencedor
una gota de sangre para ahogar la esperanza
un navío que acumulaba el espacio curvado
lleno de parábolas que jamás se tocaban
un hilo que se enredaba en el rictus
y dibujaba una palabra para telegrafiar a la muerte.


De “Poema de la creación”










Mis muertes y las tuyas


Este pan era mío. Aquella tierra era tuya.
Todo estaba en nosotros y no era nuestro.
Pero el estallido nos rodeaba. 
El estallido era el agua que bebíamos para morir.


Los ojos -’cuántas veces los ojos en camino fueron hogueras’
Los ojos eran granadas y el estallido el agua que bañaba nuestras sienes.
Los ojos se anticipaban a la muerte en un espejo que resplandecía.


Este pan era mío. Este pan y el alba.
El pan se entristecía en la mano. El alba se cuajaba de ángeles.
Y todo estaba en nosotros.


Los pájaros de fuego rayaban nuestra voz.
Tú lo sabías. Lo supe yo. Las estrellas lo supieron.
La trinchera era nuestra tumba y nuestra madre.


Este pan era mío. Se desgajaban las palabras.
La muerte nos tocaba y caían nuestras horas.
Quedábamos desnudos enredados en lágrimas.


Las llamas cubrían nuestro paso.
Yo moría y tú nacías. Yo para nacer. Tú para morir.
Todos moríamos y nacíamos.


En: Poesía Buenos Aires, Nº 13/14, 1953






EL POETA CIEGO


a Jorge Luis Borges


La onda extendía su designio entre el deseo y la piedra
y golpeaba el tiempo en que se deslizaba la profecía:
los recuerdos inscribían tu retrato que caía de los años
y Guillermo Tell horadaba las palabras que iluminaban tu cabeza.
La noche aún no había sido devorada
pero en el retrato estaban tus ancestros y el rey Lear
que contaba las guerras
el río de sangre
y las ausencias
el rostro que llevaste cuando la ceguera de Homero
forjaba la espada de Ilión
y el sexo acuoso de Circe.
Ahora
en noche repetida
cuando las tinieblas bailan en el alba
enumeras el cansancio de Antígona y los ojos ciegos
de Edipo
la visión de Swedenborg
y el cierre espinoso de John Donne
que caían en las campanas que doblaban in tenebris.
Los ángeles ciegos del abismo que vienen en busca del
olvido
brillan en tus cuencas para ver la ausencia:
traen la oscuridad de un dios en el exilio
que has negado al enfrentarlo en la noche sin verbos de Tlön
y en el rostro multiplicado del simurg.
Ya no te ves en los espejos que aceleraban la infamia
ni en el timbre que vibraba en los días recurrentes
ni aún en las palabras que se arrastraban en tu impulso.
Sólo ves desde una ventana ciega abierta al vacío
que los hombres acuñaron con el nombre de gloria.
En tus ojos crecieron otros ojos
y en tu rostro la eternidad sin ojos.



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