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sábado, 5 de mayo de 2012

6862.- RODRIGO PESÁNTEZ RODAS



Rodrigo Pesántez Rodas (Equador, 1937). Poeta e ensaísta. Recebeu o Prêmio Vasconcelos (1996), do México, pela organização de umaAntología de la poesía cósmica del Ecuador. O Congresso Nacional do Equador lhe outorgou uma medalha ao mérito literário, em reconheciemtno à contribuição cultural que tem dado a seu país, o que inclui livros como La nueva literatura ecuatoriana (1966), Desde el umbral el modernismo hasta el 50 (1990) e Del vanguardismo hasta el 50 (1999).

Obra poética

Sonetos para tu olvido. 1961.
Vigilia de mi sombra. 1962.
Denario del amor sin retorno. 1962.
La patria y el niño. 1963.
Pasaporte del sueño. 1967.
El espantajo y el río. Casa de la Cultura Ecuatoriana. Quito. 1973.
Jugando a la pájara pinta. Litografía e Imprenta de la Universidad de Guayaquil. 1984.
Atando cabos. Casa de la Cultura Ecuatoriana. Quito. 1989.
Los silencios del bosque. Universidad de Guayaquil. 2001.

En la ciudad de Quito, se presentó en la colección Poesía Junta (CCE, 2008) la antología del poeta, catedrático, ensayista y difusor cultural Rodrigo Pesántez Rodas (Azogues, provincia del Cañar 1937) Es doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Guayaquil donde ejerce la cátedra de Estilística y Literatura Ecuatoriana en la Facultad de Letras. Ha dictado cursos sobre literatura en prestigiosas Universidades Norteamericanas. Ha publicado: El espantajo y el río, Jugando a la pájara pinta, Los silencios del bosque, Atando cabos, Viñas de Orfeo, entre otros libros. Su obra poética es a ratos desconocida, pero sin duda, merece ser más leída y difundida a nivel internacional.



La dulce furia

A veces tengo ganas
de que cruces a pie
mi sangre.
Que dejes en la orilla
tu ropa y la vergüenza.
Que te sumerjas
desnuda
hasta tocarme
el hueso
y el aliento.
Que te bañes así,
cojas mis peces
y en el ombligo lleves
como un collar
la furia
de mis dientes.






Indisciplina

Con este mismo cráneo
que se viste de pelos.
Con este mismo que usa
y se desusa
sentado en mi pescuezo.
Con este que soñó
en tener violines
y sólo consiguió
un divorcio
en Quito.
Con este que se para,
grita
y puja,
con este mismo
-digo-
habrán de verme
en el juicio final
muerto de risa.






Los paréntesis

Frente al espejo
mi alma
se afeita,
se pinta,
se pone los calzones
y estornuda.
Yo independiente de ella
me acomodo
los dientes,
me estiro las orejas
y afino la guitarra
de los sueños.

Juntos los dos
nos vamos agarrados de la vida:
ella con su bastón de plumas
y yo con este loro desplumado.






Los fantasmas

Nada nos pertenece.
Nada.
Soy,
somos
del pajar una aguja
y nadie nos encuentra
si nos buscan.
Somos casualidad y de repente
alguien tropieza,
nos tropieza
y damos
brillo apenas,
tan solo brillo
y nada más.
Después volvemos a ser
mar solitario,
jaula sin ave,
sombra sin palmera.
Volvemos a la ajena
incertidumbre,
a la poblada ciudad de los fantasmas.






Espejismo

Tú eres el aliento
y la mano y la flor de los espejos.
El augurio,
el cacto de mis dunas
y el agua que duerme en las tinajas
el camino del ave sobre el lienzo del día,
mi vaso de arcilla,
mi chicha de jora,
la más bella tarea elemental.






El paisaje

No entres. Aquí solo
la música y el viento.
Arriba Dios,
abajo yo en la cuerda floja
(entres líneas)
te quiero todavía.

Corre en el viento el mugido,
el balido
y no hay vacas ni ovejas
en mi pasto. Apenas Dios,
la música y el viento.
No hace falta que me hables.
Tu respuesta me llega
puntual
en todas las ventanas.





Las dos orillas


Qué harás ahora de nuevo
me preguntas.
Y yo:
la rueda al grano y masticando
la harina del recuerdo.
Y tú allá
entre los hilos tontos de un viento
que se aleja.

Cercano estuve al puente
donde mi agua y tu cauce se avistaron.
todo pudo pasar
y pasó todo,
menos los dos pasamos.

Tu orilla allá.
La mía acá.
Y el puente en la mitad de los asombros.




MIS GOLOSINAS

Me gustan las alfombras viejas,
los platos rotos,
las agujas desgastadas,
los discos rayados
y los recuerdos que ya no estremecen.

Y también
la piel de los elefantes,
la arruga de las corbatas,
los dictadores chiquitos
y las flores de la azucarera.

También el río
cuando suena y piedras trae,
porque entonces es cierto
que te acercas
al pan con queso
de mis realidades.



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