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martes, 12 de agosto de 2014

JUAN CARLOS GARZÓN [10.877]


Juan Carlos Garzón 

(Distrito Federal, MÉXICO  1986) 
Es licenciado en Filosofía por la UNAM, donde actualmente estudia la maestría. Trabaja como guionista de televisión, y publica poesía periódicamente en Revista Síncope, en Dixo, en Letras Explícitas y en su blog personal www.ahilesvaunsoneto.com. Ha publicado también en Etcétera, Punto de Partida, Mil Mesetas, Letralia, Radiador, Garuyo, Y los rinocerontes bostezan y Replicante. Ganó una mención honorífica en el concurso 39º de Punto de partida. Miembro fundador del colectivo de comedia Santo Puerco A&R (www.youtube.com/santopuerco).





El Sonetero: La gran molécula 


No existe la injusticia en la molécula.
Un tierno sueño en blanco, un Sí macizo,
metra su vaivén con pulso firme y nada
queda a medio hacerse.
No existe ni un huequito entre dos átomos
en que vibren las gangrenas del deseo.
El oxígeno del agua no pregunta:
¿por qué soy uno yo y dos los hidrógenos?
Se enlaza sin ceder, sin sed de nada.
Mejor dicho, no se enlaza: todo es lazo.
Cinto circular que danza embelesado y todo es todo.

¿Y no es el universo una molécula?
¿La Gran Molécula y su tierno sueño en blanco?
Beatífica, obediente de su plena ley sin baches –
ley que no es distinta de sus cuerpos súbditos.
Tal vez es la injusticia un espejismo
de estas lóbregas, parciales ventanitas
que dicen Yo y que quieren por el Yo
y que odian por el Yo y que por el Yo se extrañan.
Que sólo ven la horrenda, rota parte,
y no sus matrimonios omnigámicos.
Tal vez el mal se dice perspectiva.

Pero este terso, esférico argumento trae también su grieta:
y es que sí existen los Yos en esta Gran Molécula.
Que parte de este todo son las partes,
que en el seno de lo lleno están las nadas.
Que esta sabia plenitud le abrió lugar a la desgracia,
le hizo huecos a la ciencia y la ignorancia,
y sólo el Yo puede decir justo e injusto.
Tal vez es la injusticia el alma de la suma de los mundos
y filtra su veneno en gradaciones descendentes
hasta el enfermo, triste, anárquico electrón
que tiende a la entropía y maldice el orden.






Lo que viene

Lo que viene no vendrá como un gorrión
que se deje ver venir a la distancia
puntual en el centro del aire y haciendo un escándalo

no se parece a un barco
con sus bultos patentes sobre el lomo
rectilíneo cuando embona en una rada

lo que viene no es una palabra
que está callada y callada y callada y se dice de pronto

no es un signo que desciende como un copo
desde un almacén celeste
para tatuarse en la piel de los objetos
y cambiarlos por otros con una alquimia súbita

tampoco es una fina membranita
como la lluvia mustia y sus vapores
que se atraviesa con los hombros tensos
y que divide el aún no del ya por fin

no es un vaso que se derrama
por la gota que derrama el vaso
ni es la gota

tampoco es un punto crucial de ebullición
que está pendiente de un grado que no llega
pato pato pato pato oca
no es leche a la espera del descuido
para hacer en la estufa un cochinero

lo que viene no es el casco de una sílaba
no empieza con la letra f
que delimita las hectáreas del presente

lo que viene
esa vejez implausible
esa guerra civil que está tardándose
ese cáncer de pulmón con sus postales
el final de ese amor de cuatro letras
el derrumbe de los usos y las modas
el revés de las cosas de este mundo
lo que viene
lo que viene ya empezó
es justo esto que está pasando ahorita.







Soneto del volado

¿Por qué, si la razón con que se hace
exige otra razón? ¿Y así? ¿Y a ultranza?
¿Por qué, si este motivo no me alcanza,
y nunca puedo ver en dónde nace?

¿Por qué, si puede ser que el desenlace
sea atroz? ¿Por qué, si tal vez con mi lanza
mate a Layo, y mi lote en la balanza
va a ser de polvo, pase lo que pase?

Calculo, austero, y cuento mis respuestas -
tintinan en mi mano todas juntas.
Pero son infinitas las preguntas.

Se devoran las sumas y las restas
y queda el cero, que es pregunta, y queda
mi mano en quiebra. Lanzo una moneda.






[Esto ya no tarda en estallar]

Esto ya no tarda en estallar, dijo
con el aire en paz y con los ojos fijos
en un roto renglón de la Jornada
vimos las señales y no hicimos nada
la garganta se le enreda de un rencor que le gusta sentir pues
no hay cosa más dulce que saberse previsor tras los desastres
no existe una palabra que te vaya a preparar para esto, y es
que un coagulado tremor germina en el fusil de los gendarmes
y qué cosa es ésta que debimos de haber hecho desde antes
si es el tiempo solo quien convierte las señales en señales

y luego dijo que

México es un país de analfabetos
y quién lee si los signos no se están quietos
nos adoctrinan con la tele, dice
y no sé si me reí o si sólo quise
y algo tiembla y algo crepita y algo
se repudre en el subsuelo cuando salgo
a la calle que grita hasta en sus bardas
que esto está por estallar, que ya no tarda
y hay algo que tienen de idénticas todas las generaciones
la ilusión de ser únicas por ya conocer los desenlaces
de que el presente es el after de la Historia y que todo por fin es
un relato consumado y que al fin ha fijado sus lugares
hay armas largas donde no había dinero ni para frijoles
pronto no tendrá sentido hablar ni de versiones oficiales

y luego dijo que

es ésta la señal y es éste el ruido
y va a hincarse el jodedor ante el jodido
si acaso nosotros estamos del lado de los jodedores
leer la Jornada no va a hacer que te perdonen tus deslices
que este ciclo se acaba y que la gente
pronto va a afirmarse hegelianamente
pero el mal no garantiza que las cosas puedan ser mejores
ser ‘justicia’ una palabra no la incluye en las cosas posibles
que esto no tarda en estallar, insiste
y lo alumbra como un fuego pero triste
y habla y habla y habla lo que quieras de las cosas previsibles
seguiremos hablando cuando el mundo se salga de sus goznes
y entre que si dialoga o monologa
juzga sabio no hablar ya y me vende drogas.







La cama y el tiempo

Qué bueno que tengo una cama y que no soy un nómada.
Qué bueno que ignoro qué cosa es el tiempo,
que pienso que es el curso de las cosas.
Creo que ha sido un día lo que recién pasó
porque empezó en la cama y terminó en la cama.
Y entre esos dos momentos fui al trabajo y ocupé una silla,
y después utilicé mi tiempo libre
para ocupar otros lugares con mi nombre.
Voy a su encuentro y les suplico que me digan esto eres,
alguien que hace esto y que hace aquello,
que come en una mesa y que usa ropa,
que dice estas palabras y que duerme en una cama,
en esta cama.
Y vuelvo al final a esta cama.
Y cierro los ojos, me interrumpo.
Una piedra da una vuelta frente a un astro grande,
y por ende pienso
que con esto recomienzo.
Y vuelvo al mundo:
un mundo que está lleno de nichitos
moldeados con la forma de mi cuerpo
moldeado con la forma de los nichos.
Igual que mi cama.

Qué bueno que tengo una cama y que no soy un nómada,
qué bueno que ignoro qué cosa es el tiempo.
El nómada no tiene cama: tiene camino.
El nómada, el sin cama, duerme al margen del camino
y despierta al margen del camino
y se levanta a continuar su recorrido.
Lugares siempre cambiantes, siempre nuevos,
lugares que no son lugares sino caminos,
como él mismo no es lugar sino camino,
línea que se extiende sin comienzos ni finales,
sin interrupciones y sin recurrencias,
sin nichos que la inviten ni la acojan
y con todas las posibles desviaciones.
Sólo puede el nómada saber
que todos somos nómadas.
Sólo puede el nómada saber
qué cosa es el tiempo:
es él mismo.
Y éste es un saber que sólo puede
llenar de pesadillas una cama.
Qué bueno que tengo una cama y que no soy un nómada.







Soneto de Pablo

“…Festo dijo a grandes voces: ¡Estás loco, Pablo!
Las muchas letras te han vuelto loco.”
Hechos, 26:24


Las letras, Pablo, al fin te han vuelto loco.
Las grámmata tornáronte a manía.
Hablas de un lógos que no moriría
ni con todas las muertes. ¿Me equivoco?

Pero perdiste el lógos poco a poco:
le diste la razón a la graphía.
Si vida eterna escrita es biología,
yo sólo soy lector de lo que toco.

Les rindes a las grámmata tu lógos
buscando sempiternos desahogos:
ya no puedes cerrar las puertas que abras.

¿Creíste la promesa de las letras?
¿De verdad crees que en ellas te perpetras?
Las letras te han dejado sin palabras.







[Cállate]

Cállate
me voy a callar yo también y que todos se callen
que esté callado el treno tonto de los que se explican
y que el mórbido frufrú de las mentiras se calle y se calle
también el tintineo de las anécdotas que suena
como golpecitos en cantimploras huecas
y que se calle en la calle el sonoro peatón con manos libres
y que los tiernos amorosos ya se callen sus boquitas
y que se callen las pláticas a medio ya supiste
y que ése que está por decir algo muy sabio no lo digo
y que el padre reparta las hostias pasada media hora de silencio
y que sigan su ejemplo sapientísimo sus fieles
y que se calle aquél que está elogiando a un perro
y que el que tiene un secreto que lo oprime se lo calle
y que se calle el que acusa
y que se calle el que se excusa
y todo aquello cuyo ruido sean palabras
y que se quede callado el planeta
como piedra que no sabe hablar y que flota y que flota

Sí, que todo esté callado
y ya me callo
escucha:


Pero es inútil
ni así se calla el mundo
lo pusimos a hablar y no se calla
le dimos cuerda y con su cuerda
se vuelve a dar cuerda él solito
trae las letras tatuadas a lo largo de su tiesa piel
y las trae hasta en los dientes y en el hueso
ya dimos con la forma de escribir hasta el silencio
el naufragio genocida de los libros
y sangra el graffitti en las muertas paredes
y pantallas gigantes en calles con nadie
repiten lo que algún día pronunciamos
espectaculares como graves oleos
de los muertos ancestros de un muerto
y cartas y etiquetas y volantes en el suelo
palabras ya vueltas carroña parlante
y la playlist en repeat sigue sus ciclos
y youtube sigue contando sus anécdotas
el mundo va seguir hablando cuando ya no estemos
va hablar de nuestro lóbrego episodio entre las eras
va a seguir hablando solo como un loco
sin gramática ni idioma
como un coche después de un atroz accidente
garabato de hierros torcidos y rojo entre el polvo de los vidrios
con su estéreo que insiste imbécilmente en reiterar
que Johnny, la gente está muy loca o una densa reflexión
de Toño Esquinca acerca de la culpa y el perdón
en medio de trizas en llamas y de un amasijo de carne
sin nadie que viva ni escuche ni perdone ni sea Johnny
y el estéreo no se calla
ya no dice nada
pero no se calla.



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