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viernes, 4 de mayo de 2012

6806.- JUAN NATALICIO GONZÁLEZ




JUAN NATALICIO GONZÁLEZ : Hijo de Pablo González y Benita Paredes, nació en Villarrica en 1897. Realizó sus estudios en su ciudad natal, en cuyo Colegio Nacional fue compañero de M. Ortiz Guerrero, L. Ramos Giménez, Facundo Recalde, figuras destacadas en las letras paraguayas. Ya en la capital, se incorporó al periodismo, y la política; también hizo poesía, ". . . en realidad había nacido poeta, escribió O'Leary, poeta notable, hondo, poeta nuevo, formado en la escuela de los novísimos maestros de la poesía castellana..." Su obra poética está resumida en unos títulos calificados: BALADAS GUARANÍES, TAMOÍ, EL POLLINO QUE MURIÓ EN EL CHACO, COMO LOS PÁJAROS MÚSICOS, LAS ELEGÍAS DE TENOCHTITLAN.

Fundó la EDITORIAL DE INDIAS para canalizar sus publicaciones; que editó BALADAS GUARANÍES, SOLANO LÓPEZ Y OTROS ENSAYOS, de su producción; así como El Paraguay; lo que fue, lo que es y lo que será, de JA Gelly y El Paraguay Contemporáneo, con PM Ynsfrán, Los Legionarios, de O'Leary.

Uno de sus aportes más trascendentes fue la REVISTA GUARANIA; de las más calificadas publicaciones paraguayas de todos los tiempos. A través de ella fue dando a conocer sus propias producciones, y las de otras figuras gravitantes: O'Leary, López Decoud, BM Garay, V. Morínigo, G. Enciso Velloso, entre otros. De ella derivó La EDITORIAL GUARANIA, que editó además de sus propias obras: LA RAÍZ ERRANTE; MOTIVOS DE LA TIERRA ESCARLATA; CUENTOS Y PARÁBOLAS; VIDA PASIÓN Y MUERTE DE KYGUA-VERÁ, y otros importantes trabajos. MA Molas, DESCRIPCIÓN DE LA ANTIGUA PROVINCIA DEL PARAGUAY; CA López, LA EMANCIPACIÓN PARAGUAYA; B Mitre-JC Gómez, CARTAS POLÉMICAS SOBRE LA GUERRA DEL PARAGUAY; M Gondra, HOMBRES Y LETRADOS DE AMÉRICA; JC Centurión, REMINISCENCIAS HISTÓRICAS DE LA GUERRA DEL PARAGUAY; B Garay, TRES ENSAYOS SOBRE HISTORIA DEL PARAGUAY; Gilberto González y Contreras; NATALICIO GONZÁLEZ; DESCUBRIDOR DEL PARAGUAY; N. Yapuguay, SERMONES Y EJEMPLOS.

De su propia producción:

- PROCESO Y FORMACIÓN DE LA CULTURA PARAGUAYA; a partir del análisis y exaltación de los valores de base autóctona, trasciende al aporte hispano, para modelar el perfil de la cultura nacional. - El Estado Servidor del Hombre Libre; contiene sus ideas sobre el Estado de Derecho, y los entes fundamentales: constitución democrática, Sociedad Familiar, Religión, Economía, Cultura, en un entendimiento basado en la libertad y la justicia.

- EL PARAGUAYO Y LA LUCHA POR SU EXPRESIÓN; Una sumaria exposición del proceso histórico nacional vista con el prisma del hombre paraguayo en su lucha por la vigencia de su libertad.

- IDEOLOGÍA GUARANÍ; interpretación de la cultura autóctona a partir de la etimología de su idioma, su pensamiento metafísico, su idea religiosa, su riqueza idiomática, sus manifestaciones estéticas.

- EL MILAGRO AMERICANO; otra brillante y densa exposición de múltiples fundamentos y rica articulación idiomática, de defensa de los valores de la cultura autóctona americana.

- VIDA Y PASIÓN DE UNA IDEOLOGÍA; traza la trayectoria ideológica y de lucha del autor, con otros compañeros de inconmovible lealtad como Víctor Morínigo, en el trabajoso empeño por retornar al Partido Colorado al poder tras 40 años de llanura; y luego la pugna por la conducción partidaria y el gobierno del país.

- Otras importantes producciones de JNG son: EL PARAGUAY ETERNO, la monumental GEOGRAFÍA DEL PARAGUAY, EPINICIOS, y algunas inéditas: HISTORIA DEL PARAGUAY y LAUDES DE EVA, por ej.

JN González fue una de las plumas más brillantes de las letras paraguayas, y lúcido ensayista. Fue el paraguayo más vinculado con la élite intelectual americana: Raúl Scalabrini Ortiz, Gabriel del Mazo, Gilberto Freire, Pedro Calmón, Germán Arciniegas, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Luís Alberto Sánchez, entre otros. "Su saber es típicamente histórico y sociológico, escribió G González y Contreras. Desde los 16 años ha escrito sobre todo lo que concierne a la tierra paraguaya. Las más hermosas, aquéllas en que el paisaje paraguayo, su vida y sus costumbres, se hallan insertas en sus ensayos en calidad de emoción vital y de valor estético e histórico, tienen destino de perduración... Lo lamentable es que Natalicio no tiene continuadores... él cierra una época y abre otra de investigación histórica y de afirmación paraguayista... Posee Natalicio la útil fuerza del luchador y como ensayista sociológico y filosofante, pasará a la posteridad por su "Proceso y Formación de la Cultura Paraguaya" y por los argumentos de "El Paraguay Eterno". Su saber no es volandero, y en la práctica, su fuerza peleadora, consiste en atacar ideológicamente y a base de estadísticas, al enemigo antiparaguayo...".

Panegirista de la civilización guaraní, sus extremos laudatorios sobre sus dimensiones culturales, son discutibles. Inmerso en la política, ocupó jerarquizadas posiciones; Embajador y Ministro de Hacienda en el gabinete del general H. Morínigo, y Presidente de la República tras un proceso que dividió profundamente al Partido Colorado. Su gabinete: Interior, Liberato Rodríguez; Relac. Exteriores, Dr. Domingo Montanaro/JE O'Leary; Hacienda, Dr. Leandro Prieto; Economía, Dr. Mario Mallorquín/Martín Cuevas; Justicia y Trabajo, J. Augusto Saldívar; Educación, Dr. Felipe Molas López; Obras Públicas y Comunic., Víctor Morínigo; Salud Pública y P. Social, Dr. Crispín Insaurralde; Defensa Nacional, Gral. Raimundo Rolón. No pudo sostenerse en el poder; su Presidencia duró de agosto de 1948 a enero de 1949, fue depuesto por un movimiento que llevó a la presidencia al general Raimundo Rolón. Falleció en 1966, siendo Embajador en Méjico; casado con Lidia Frutos, sin descendencia.

GONZÁLEZ, JUAN NATALICIO : Presidente de la República desde el 15-VIII-1948 hasta el 30-I-1949. Su formación queda cumplida en su hogar. Problemas económicos lo traen a la Asunción en 1915, sumergiéndose desde entonces en el periodismo, actividad que nunca más abandonará, tanto en lo que concierne a lo literario como a lo informativo.

Era autodidacto, "doctorado en las ciencias del pueblo", según lo calificaba su amigo del alma, el ingeniero don Gabriel del Mazo.

Ingresó a la todavía Asociación Nacional Republicana el 8 de setiembre de 1916, constituyéndose en acompañante del Dr. J. Manuel Frutos, de cuyo diario "General Caballero" llegará a ser secretario de redacción.

Por haber dedicado un número de su revista "Guarania" (26 de diciembre de 1935) se lo ha filiado como discípulo del libelista reaccionario francés Charles Maurras, sin tener en cuenta que en 1924 ya había destinado desde la prensa periódica sublimes bodocazos a los ridículos dictadores Mussolini, de Italia, y Primo de Rivera, de España.

Haciendo abstracción de contundentes ejemplos habidos en nuestra América, Natalicio, pluma en ristre, se lanzó, no para él sino para sus correligionarios, a la conquista del poder, mágico horizonte cuyo resplandor ha derribado a más de uno.

Así Natalicio tendió las redes, aunque en verdad estaban aguardándolo, hacia el dictador de turno, el general don Higinio Morínigo, cuya cercanía le enajenará no escasas simpatías en el continente.

Casa con Lidia Frutos Alderete, sobrina, por parte de madre, de Eusebio Ayala y Antolín Irala.

Sus adversarios le reprochaban el haber ascendido al sillón de don Carlos "por procedimientos vedados en una democracia", náyade esquiva cuyos encantos continúan aún hoy día en disputa.

Entre sus logros deben citarse los siguientes: creación de la Dirección de Industrias Paraguayas; explotación de los servicios eléctricos; traslado de la Escuela Militar; Censo de tierras y plan arrocero.

Tarda un algo Natalicio en advertir que dos generales (Villasboa y Rolón) están jugando al "tova, mokõi", especie de ping-pong de reiterado ejercicio en nuestro ámbito. Pretende atajarlos, pero la suerte está echada y se decide a enviar la renuncia. Ocurre esto el 30 de enero de 1949. Viaja a la Argentina, donde resulta no ser santo de la devoción del "primer Perón", y enseguida a México, donde lo tratan decentemente.

Surge entonces, a pesar de la cuantía y calidad de sus obras y de su trayectoria intelectual, la propaganda del "Natalicio mondaha", o sea tras el derrocamiento, la calumnia. Y más tarde el olvido.

Muere en la capital de México el 6 de diciembre de 1966. Su esposa se suicida de inmediato. Diez días más tarde sus restos llegan al Paraguay.




ELEGÍAS DE TENOCHTITÁN


PRIMERA ELEGÍA

Fatigado caminante ¡oh Nezahualcóyotl! llego
al país del aire claro y leve, intacto el apego a mi solar guaraní;
y me hablan tus versos, lumbres de tu alma manumitida,
de cuán efímeras son las grandezas de la vida; dícenme que para ti,

es más bello el infortunio del justo perseguido
que la gloria del tirano, pávido y enceguecido por engañoso esplendor.
Y si las humanas pompas se disipan como nieblas,
lo que el espíritu crea triunfa sobre las tinieblas de la muerte y el dolor.

El mundo es un incesante fluir, nada se eterniza.
Todo es como el verde sauce que fina en llama y ceniza, según la inflexible ley
que tus desgarrados cantos enunciaran hace siglos
a un mundo orgulloso y duro del que apenas los vestiglos quedan ¡oh poeta rey!

Junto al fabuloso lago que añora el alma transida,
junto al Texcoco de agua salobre como la vida, trozo de un demente mar
que soñó con irse al cielo... hoy, bajo la noche bruna
plateada por los lívidos resplandores de la luna llego errante a meditar,
y sólo un lúgubre viento que murmura un himno vago
alza columnas de polvo del negro lecho del lago que ha tiempo no existe ya.
En sus chinampas no canta como antaño la torcaza
ni corta ya sus ausentes olas la imperial barcaza, y sólo el jacarandá

yergue sus morados búcaros de vacilantes estrellas,
mientras bajo sus ramajes suenan risas de doncellas que sueñan con el amor,
sin reparar que a lo largo de su trabajosa meta
sólo encontrarán, tal como lo enseñaste ¡oh rey poeta! desengaños y dolor.

Tantas pétreas pirámides en cuyas cimas moraban
los enigmáticos dioses que, sedientos, devoraban vida del que los amó;
tus recios, claros palacios; los mágicos esplendores
de Tenochtitlán; sus pájaros raros, sus frutos y flores un nuevo Dios los frustró.

Ya no bullen los canales de la gran ciudad lacustre
con sus barcas florecidas que derraman gracia o lustre bajo la luz matinal;
y las blancas teorías de las pálidas doncellas
en los templos ya no danzan ni cantan, tiernas y bellas, rojo cántico coral.

¡Oh triste Nezahualcóyotl! no todo pasa y perece
en esta ondulante vida que sin cesar reflorece impetuosa y tenaz;
tus propios sabios versos, deslumbrante meteoro,
cruzan los espesos siglos con intactas alas de oro, llegan a esta edad falaz,

y nos brindan su lección de sabiduría antigua
con el primordial sentido de lo eterno que atestigua la fresca longevidad
de cuanto lo justo engendra, de lo que la mente crea,
y nos dicen de la fuerza invencible de la idea y de la clara verdad.

Para mi raza optimista, que cree en el genio humano,
para quien el bien ni el mal surge y se encona en vano, tampoco hay nada fatal:
quien en las cosas penetre podrá guiar a la suerte
y quien domeñe la vida sabrá vencer a la muerte, antigua, ciega y casual.

La mano del taumaturgo que cicatriza la herida,
el sabio que cauto aluenga y colma de hechos su vida, saben más de eternidad
que los frágiles palacios, que las penas y los goces
efímeros de los hombres, y que los callados dioses que mueren de soledad.

La carne del hombre fluye como una corriente oscura
pero en sus entrañas vive una fuerza que perdura en fosca profundidad,
y ese ser pensante y flébil, que un momento brilla y pasa,
siente el tétrico dolor de vivir que le traspasa y le infunde humanidad.

En la noche que se impregna de no sé qué hechizo mago
un lúgubre viento sopla sobre el fabuloso lago convertido en un erial;
y tu canto amargo y sabio ¡oh Nezahualcóyotl! suena
desoladamente triste, eco errante de una pena resignada, inmemorial.






SEGUNDA ELEGÍA

El árido corazón del Hombre jamás reposa.
Perenne inquietud le infunden la corriente de la vida,
el ansia de penetrar y fundirse en cada cosa
y de extraer del hermético mundo la esencia insabida.

Clavada por los constantes puñales del tedio, el alma
sus rebeliones trasunta en la absorción amorosa
del contorno, en una búsqueda de la inaprensible calma
que los seres sólo alcanzan en la plenitud lograda.

Somos entes incompletos que angustiosamente tienden
por el mundo sus tentáculos, en una ciega, esforzada
tentativa de captar las lívidas luces que hienden
la solitud, como lampos de alguna estrella apagada.

La áspera sequedad que a los hombres aisla,
que convierte su vergel en sitibundo desierto,
que reduce su horizonte al agrio muñón de una isla,
deshumaniza su mente y estrecha el Sino incierto.

Como el tumultuoso río que circunda la llanura
sacia la sed de la tierra y enciende en oro los granos,
el hombre en plenitud vierte sobre el mundo su ternura
para nutrir las ideas y los ensueños humanos.

Por el amor se agudiza el afán inquisitivo.
Amar es darse en ofrenda, es goce de conocer,
enlace de nuestro mundo vitalista y afectivo
con el misterio recóndito de otro mundo o de otro ser.

Amor cubre con su peplo mágico el rostro del mundo
y viste de perfección, belleza y gracia ondulante
a la mujer, los celestes abismos, el mar profundo,
al ser que pasa, a las ásperas rocas y a la nube errante.

En el corazón del hombre languidece el sufrimiento,
nacen extrañas ternezas, y al sortilegio perverso
del mal le suple el augusto despliegue del pensamiento
que vierte sus dones sobre la amplitud del universo.

El humilde encuentra paz, rima el poeta su canto,
los encrespados instintos tienden a ser más humanos,
y derramando perdón por los caminos, el santo
a la flor, al agua clara, a la bestia llama "hermanos".

El hombre en llamas de amor se torna superbo Artista.
Encarna en la carne frágil el bello sueño inmanente
que le tortura; corrige, pule las duras aristas
de las cosas, escultor de la perfección creciente.

En la fatigada tierra sopla un viento de poesía.
Una recóndita y mágica fuerza a provocar alcanza
el loco cascabeleo de la fugaz Alegría
y a prender la lumbre pálida de la última Esperanza.

Mas vuelven la torva envidia, las penas, el odio insano,
a morder la carne triste, a apagar la débil lumbre
de amor que aún palpitaba en el corazón humano,
y queda la virtud alta y sola como la cumbre.

Hay que sentir y vivir las ingentes soledades;
ser como la nieve, gélida; y como la roca, dura;
congelar y desgarrar; y a las negras tempestades
brindar la testa entre los relámpagos de la altura.

Sólo el que su noche alumbra con lunas y con estrellas
y prende en su solitud genitores pensamientos
ha dejado en los caminos del mundo indelebles huellas,
indemne al grito pestífero de hampones y de violentos.

La bondad sólo subsiste bajo su manto de espinas.
Las panteras del bosque huyen del resplandor de la hoguera;
y para domar la bestia humana con sus inquinas
es fuerza arder y colmar de luces su madriguera.

Hombre: acepta virilmente la brega con el destino.
Entre el dolor y el placer eleva tu mente al cielo,
aviva en tu corazón lo que en ti haya de divino
y triunfará de la muerte y del tiempo tu desvelo.

No sé qué mágicas fuerzas se adormecen en tu mano
que domeña y que esculpe la materia fría y dura,
al par que el alma esclarece lo turbio que hay en lo humano
y hacer brotar en el barro vil una luz que perdura.

Fatigas, amores, odios, ambiciones, todo pasa
pausadamente, en un lúgubre desfile de vanidades,
mas no se extingue ni pierde nunca lo que sobrepasa
lo personal, y el mensaje deja de nuevas verdades.

Tu triste carne se consume, Hombre, en mil vanos empeños,
y tu ser contradictorio combate y se parte en dos.
¿No comprendes que más alto que tus más altos ensueños
late y resplandece en ti la eterna llama de Dios?



TERCERA ELEGÍA

I

¡Teotihuacán! ¡Teotihuacán!
En la noche pávida, el vano ademán

de dioses agónicos que buscan la luz.
Y una voz que brota del prieto capuz:

-¿Quién da su lumbre al mundo? ¿Quién?
                                                              Sólo respondió
la gran voz del divino Tecuciztécatl:
                                                                                - Yo

-¿Quién más?
                                    Silencio, paz; pesada incertidumbre.
-¡Oh Nanaoatzín, se tú el otro que alumbre!

trémulos imploraron. Y escuchó la Asamblea
de los dioses la tímida respuesta:
                                                                  -Que así sea.



II

Sobre la sacra peña, la palpitante rosa
ígnea bruñe de oro la noche tenebrosa.

Mudo, Tecuciztécatl ofrenda, más mortal
que divino, mil rojas espinas de coral

que acrecen y alimentan la llama refulgente.
Y Nanaoatzín, el buboso indigente,

que no pudo ofrendar los fragantes copales,
brindó la pobre costra de sus profundos males

haces de verdes cañas, heno sustraído al hambre
y espinas de maguey teñidas con su sangre.



III

En la cima de las pirámides ingentes
de Teotihuacán, palpitan refulgentes

las fogatas votivas, par de estrellas sonámbulas
que horadan con sus dardos las tinieblas noctámbulas.

Y los dioses, clamantes en su dura impotencia,
cuatro tétricas noches hicieron penitencia.

-¡Oh tú, Tecuciztécatl, avanza y entra al fuego!
ordenaron los dioses, intérpretes del ciego

destino. Vacilante, el dios, con su cimera
de refulgentes plumas, ya al borde de la hoguera

se detuvo, clavado por vaga desazón.
Había entrado el lívido miedo en su corazón


-¡Nanaoatzín, prueba tú!
                                                                  La voz imperiosa cortó,
cósmico trueno, la noche pavorosa.

Los dioses contemplaron, en burda indumentaria
de papel, la silueta terrible y temeraria
del dios buboso y triste entregada a las llamas
decrecer chirriando entre ardidas escamas.

El bello Tecuciztécatl entró también al fuego
y ardió cual crepitante y seco leño. Luego

llegó el potente cuauhtli, el indómito lobo
del aire que se alzó llevando, ígneo globo

prendido al duro pico, en poderoso vuelo,
a Nanaoatzín, rumbo a un fosco cielo,

mientras Tecuciztécatl, en las rugientes fauces
del ocelotl, iba hacia los gemidores sauces.



IV

Y Nanaoatzín, transfigurado en Sol
tiñó de gualda y rojo el pálido arrebol.

Rompió con ígnea mano la lóbrega maraña
de sombras, y asomó tras la erguida montaña,

cegante de fulgores de caldeada plata
la ardida faz de vivo, agorero escarlata.

Avanzó pasos de ebrio en las rutas del cielo
y de pronto detuvo su astrológico vuelo.

El dios Tecuciztécatl, que transformado en Luna
mostraba melancólico una pena importuna,

todavía azorado por reciente fracaso
en las cuestas del cielo también detuvo el paso.



V

-¡Mirad, dioses! El ritmo del mundo se conmueve.
El renaciente Sol alumbra y no se mueve.
Infundamos espíritu a la materia inerte
y nuevo dinamismo al Sol con nuestra muerte.

Al aceptar los dioses unánimes tan duros
designios, parecían más dioses y más puros.

Urgido el rudo viento por divinas señales
en los dioses clavó sus múltiples puñales,

pero Xolotl, plañendo como hembra pavorida,
en su desesperante adhesión a la vida

internóse veloz en el maizal sonoro
donde alzó su faz lívida hecha una espiga de oro;

luego, pleno de estériles rencores y de inquinas,
fue en el duro maguey agresivas espinas;

y al fin, trocado en pez, en el agua mudable
alcanzóle, fatal, la muerte ineluctable.

El viento, ya cumplida la hecatombe divina,
con todas las potencias de su índole aquilina

sopló con furia, dócil a los secretos móviles,
sobre los adormidos astros, claros e inmóviles.

El gran disco solar, con el vital concurso
de los cósmicos vientos, reanudó su curso,

arrastrando a la Luna, triste como la muerte,
que derramó en la noche sus luces de oro inerte.



VI

¡Oh, Teotihuacán, milenaria morada
de los dioses, en cuyo silencio la olvidada

sabiduría cuaja en pardos monolitos
que guardan el secreto de los antiguos mitos!

Tú enseñaste la difícil virtud del sacrificio
como base de todo eviterno edificio.

Los alegres ensueños y la luz inmanente,
el arcano pugnar genitor de la mente,

las preclaras hazañas de que quedan memorias
y son la poesía de las doctas historias,

la libertad del hombre, su ágil genio fecundo
que cambia y embellece la vastedad del mundo,

son los hijos de luz del dolor de la vida
que vencen al misterio y a la noche homicida.

Los perseguidos que, altivos pararrayos,
ofrecen sus cabezas al furor de los rayos

y serenos enfrentan al intonso tirano,
no son sombras que pasan, ni padecen en vano.

En la lóbrega noche que cuelga sobre el mundo
ellos nutren y encienden otro Sol rubicundo

que en el pico de un águila de poderoso vuelo,
globo igniscente, sube pausadamente al cielo.

Y un libre viento pleno de las ansias del hombre,
de lúcidos propósitos y de sueños sin nombre,

soplando en la celeste región de las estrellas
lanzará el nuevo Sol por las eternas huellas.





EVOCACIÓN DEL DICTADOR

¡Francia! ¡Francia!
¡Magno y triste Dictador!
Tu carne asceta tiene del bronce la resonancia,
la consistencia y el resplandor.
En ti se funde la más abstracta complejidad
en la Unidad.
Tienes la estampa de un Alquimista.
Flaco y misántropo que se acoraza de soledad.
Eras inhóspito y a veces agrio como el gran Chaco,
ora se henchía tu soledad de flores rosas como los campos,
o bien tu rostro grave y opaco
relampagueaba en lívidos lampos.
Eres un tema teologal
que se concretiza sombrío y profundo,
un vago y hermético enigma del mundo,
a la vez volteriano y medioeval.
Más, mucho más que Hombre y menos que Dios,
visible, tangible, carne mortal,
manabas la Vida y enviabas la Muerte
como una suerte
de olímpico Dios,
y los hombres ¡Francia! te afirman o niegan,
loan tus virtudes, dicen tu maldad,
amores con odios tus actos congregan
y tú permaneces impasible como la divinidad.
La tierra materna
hincha con su jugo y nutre tus venas
y en tu alma cargada de sombras y penas
parece que alterna
con ese recelo tenaz de tu raza solar, taciturna,
el gran pensamiento que frunce tu ceño
y brilla en tus duras pupilas nocturnas.
Jamás para nadie tuviste clemencia
y de ti fluían los bienes y males
como una corriente nutricia e impura,
espumosa y rugiente en los peñales,
mansa y fecundadora en la llanura.

¡Francia! ¡Francia!
¡Magro y triste Dictador!
Queda de ti, disuelta tu sustancia,
un blanco, alucinante resplandor.
Transitando de los Dioses la senda
completarás aún tu trayectoria:
de la Vida irrumpiste hacia la Historia,
de la Historia ingresaste a la Leyenda
¡y en los confines de la edad futura
verás trocarse en Mito tu figura!










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