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lunes, 25 de junio de 2012

7274.- JUAN CARLOS GARCÍA HOYUELOS



Juan Carlos García Hoyuelos nace en Basauri (Vizcaya) el 3 de diciembre de 1968, desde muy pronto, sin apenas cumplir un año de vida, vive en la ciudad de Burgos. Como él mismo se define, es un burgalés de Basauri, un castellano con tierra vasca en muchos de sus pasos. Alardea de su ciudad, Burgos, la Caput Castellae.

Su poesía es romántica y reflexiva, donde es fácil encontrarse con sugerencias eróticas, y si bien su faceta poética es tardía, cumplidos ya los 30 años, recuerda a los viejos poetas en la voz, en el verso (fragmento recogido del prólogo de su primer libro, “Desde mi otro lado”,  escrito por el poeta, escritor y crítico literario José Manuel Prado Antúnez). El poeta portugués João Rasteiro escribió de él: "o poeta Juan Carlos Garcia Hoyuelos se entrega, de coração e boca exposta, e no qual se oferece alimento em que se aleita, sem qualquer condição" (el poeta J. C. García Hoyuelos se entrega, de corazón y boca expuesta, y en que se ofrece el alimento del cual se amamanta, sin ninguna condición).

Fue miembro fundador de la Unión Castellanista y uno de los redactores de Tierras Castellanas, revista vinculada al castellanismo. En el año 2004 recala en la asociación poética TELIRA (Tertulia Literaria Ribereña y Arandina) y colabora en la Revista Activa de la Seguridad Social.

Está afiliado a las asociaciones lingüísticas: Consello d'a Fabla Aragonesa y Furmientu, de Zamora; como muestra de apoyo por la oficialidad del aragonés en Aragón y del asturleonés en Asturias y en el territorio leonés (País Leonés) de la Cdad. Autónoma de Castilla y León. Cabe destacar su constante defensa por la cultura sefardí y su lengua, el ladino, para la que pide un reconocimiento oficial y la nacionalidad para los sefardíes que así lo soliciten. Asimismo, está en permanente colaboración con varias organizaciones culturales del País Leonés, en especial en temas relacionados con su lengua, el asturleonés.  


Obras
·         "Desde mi otro lado" (2007) Telira, con prólogo del escritor y crítico literario José Manuel Prado Antúnez e ilustración de la pintora burgalesa Begar (Beatriz García Hernández). Con este poemario participó en la Feria del Libro de Burgos 2007, consiguiendo el segundo puesto en número de ventas en ese género literario. Fue entrevistado por el Diario de Burgos, el Correo de Burgos de El Mundo, Gente Burgos, Revista Activa, la Cadena Ser y la radio "Tas-Tas Irratia" de Bilbao.

-'Se lo dije a la noche' (2011, Ediciones Beta III Milenio: www.edicionesbeta.com), compuesto por 69 poemas traducidas a los distintos idiomas ibéricos: (portugués, gallego, leonés (llamado asturiano en Asturias y mirandés en la Tierra de Miranda –Portugal-), euskera, aragonés, occitano del Valle de Arán, catalán, valenciano, murciano, inglés -lengua oficial en Gibraltar- y romanés.

En antologías y libros colectivos figura en: "Aquí llama primera del XXI, poetas de Burgos"(2004); "Huellas"(2005); "La Última Hoja" (2006); "Alcandaras Vazias" (2007); "Ante la crisis, homenajes" (2009)

Además ha colaborado en "Ollos de area/Ojos de arena" (A Coruña/La Coruña, 2009), exposición de pintura de la segoviana afincada en la ciudad gallega de La Coruña Resu Herrero del Río, donde se conjugaba pintura y poesía de distintos escritores.




VERSOS 

Vuelvo a escribir, aconsejado 
por la inerte forma 
de  mi sombra. 
Con una aspiración empiezo: 
no quiero ser poeta, quiero ser un verso. 
De Bécquer, una golondrina sin regreso, 
o un río susurrando a los amantes, 
el Duero, de Gerardo Diego. 
Un soneto, una metáfora, el amor 
humillado y aun así enamorado, 
lo prefiero, a saborear atardeceres 
nublados por nimbos de tedio. 

Invento rítmicas ondas 
expandiéndose en las frases, 
compendio de sentimientos 
a lo ancho de una vida, 
la mía,  diré, aunque de ella 
no soy dueño, sólo 
su sonoro instrumento. 
Me iré y vosotros, resguardados 
en los estrechos renglones, 
permaneceréis lozanos, quizá abolidos 
por el oscuro olvido, 
e indiferentes, eso sí, no tengo 
la menor duda, a mi horizontal cuerpo. 

Soy un puerto para la poesía, 
prólogo  reflexivo, idéntico epílogo 
pero con distinta rima. 
Todo, menos un verso. 
Qué énfasis pongo, qué dureza 
descargo, al reafirmarme de lo dicho, 
en los luxados acentos.  

Gárgolas blancas, desnudas 
aguardáis mis pensamientos. 
Os contaré algunos, otros omitiré, 
aquellos que me embriagaron 
de penuria y desamparo, 
aquellos hundidos en el dolo, 
aquellos, ¿para qué?. 

Y si no puedo daros rima,  
raíles que os conduzcan 
a un destino, la libertad 
os concedo, gloria en el silencio. 
Sois afortunados,  vais donde 
la inexistencia finge espacio. 
¡Escapad!, ¡rápido!, antes  
de que quede rígido vuestro vuelo. 

Versos. Por no ser uno 
de vosotros, los míos quemo. 
Atrás, el fuego me reclama, 
y al girarse la curiosidad, 
la memoria halla en llamas. 
¡Ay de mí!, comprendo, primero 
se es poeta y luego –nunca seré- verso. 






NUESTRO   SILENCIO 

Llamaron los primeros bostezos 
del renovado día 
en el chirriante postigo 
de la vieja ventana: 
tú dormías y yo 
perdía en tu calma 
la prisa que, siempre irritada, 
nos empuja con sutiles reproches. 

Emulando al clavel 
que con los dedos encogidos 
encarcela a los estambres, 
amarras con maromas de silencio 
las húmedas expresiones, 
y tras su inocuo roce 
celosos guardianes de uniforme blanco 
impiden jaztarme del oxígeno 
que no sé si entregas, o robas, 
que imperiosamente necesito 
como el cincel anhela 
a la escurridiza inspiración 
atrapada en las manos del escultor. 

¡Venga!, ¡despierta!, te dije; 
déjame ver esos ojos oscuros, 
que si brillantes y hermosos 
son mientras la luz descansa, 
cuán han de deslumbrar los míos, 
ahora que la claridad los colores delata. 

No contestaste y yo 
a tu silencio…  tampoco. 
¿Qué sueño es aquél que absorbe 
tu atención y a su merced te retiene?, 
¿qué caprichosas imágenes  son 
las que te infunden  en ese diáfano mundo?, 
entrañas del movimiento onírico 
-es, pero muere al no lograr ser- 
cuyas reprimidas memorias 
quedan  sujetas en un texto 
que, acabado, no necesita 
para  pasar  de  página 
del beneplácito de la última palabra. 

Gira el cuerpo, un sueño 
queda de espaldas, 
y otro con el guión aprendido, ensaya. 
Permanecí absorto ante la tranquilidad 
que la noche destiló en tu cara, 
sobre  el  absoluto 
de un espacio sobrante 
que nuestra respiración, 
a tientas, intuía, fracasaba.

¡Venga!, ¡despierta!; déjame 
oír tu sonrisa, sí, oírla 
surcando ascendentes líneas bicéfalas, 
e hilar con tu cabello 
los besos que, de esperar, 
navegan en tu cuerpo dispersos. 

No contestaste y yo 
a tu silencio… tampoco.        

Una lanza amarilla penetra 
por la delgada rendija, 
a mí hiere de impaciencia, 
hastío, pedestal abrasador 
en las menguadas retinas. 
¡Y duermes!, como las ramas 
caducas  de  los  robles, 
como los osos en la osera, 
como un álbum plegado duerme 
el pasado ahí inherente. 

¡Por fin!, adivino bengalas 
cautivas que en el ostracismo 
de tus toldos enmudecieron. 
No entiendo tu indiferencia, ¡habla!; 
dime algo, o, al menos, 
¡mírame!, te lo ruego. 

Un cajón que abres de la mesilla 
tomo por respuesta, 
en tus manos una hoja escrita 
y una lágrima que cae en ella. 
Debe ser horrible, ¡Dios mío!, 
lo   que  confiesa.  
     
Se masca la tragedia, lees en alto 
como si yo a tu lado 
acercarme no pudiera, un poema: 
He amado sin medida, 
perdóname tú, 
que me perdone la vida; 
por no recibir  lo que de ti ansío, 
me he dado entierro. 
Voy entre tinieblas, la pena
es mi sombra, triste compañera 
en este eterno destierro. 

No contesté y tú
a mi silencio… tampoco. 





DE: Se lo dije a la noche


TU MIRADA EN EL MAR

Si estás junto a él, 
¿por qué el olor a salitre
roba toda tu atención?,
¿por qué tu mirada es triste,
se pierde hasta donde la bruma 
corta con su tijera azul 
la tela extendida del mar?

Aquí, 
en el mismo lugar 
en que nos besamos, 
una tempestad 
de silencio azota vuestros labios, 
llena tu boca de recuerdos.

Si estás junto a él,
¿por qué vuestras sombras
se rompen según mi vista
va alcanzando la cima?,
¿por qué barres mi sombra 
con negras ramas de ontina,
unidas a una larga y lenta lágrima,
en donde el mar se ensancha
hasta desprenderse de su cintura?

Si no estás conmigo,
¿por qué estoy junto a él?



ITSASO GAINEAN… ZURE SOA…!

Harekin zarenaz geroztik, 
zergatik, gezalaren usainek,
zure arreta guzia, 
ebasten dautzute?

Han, nunbait, lanbro eroriek,
zeruko urdin aizturrez,
moztua duten 
itsasoaren oihal zabaletan,
zergatik zure soa
goibelduz galtzear doa?

Nun elgar musukatu ginuen, 
eta, toki berean, 
isiltasun ekaitz batek
zuen ezpainak azotatzen ditu,
eta, zure aho-mihia oroitzapenez betetzen.

Harekin zarenaz geroztik,
zergatik nere begiramenek,
zenbatenez eta urrunago joan
hainbatenez ere zuen itzala 
desegiten ikusten dute?

Itsasoa, bere bazter-ondartzatik 
deslotzen den bezala, zergatik,
Artemisia belar beltzari lotua den 
negar xorta luzearekin batera,
nere itzala bareatzen duzu?

Zurekin ez banaiz,
Zergatik naiz harekin?

* traducido al euskera por el poeta Auxtin Zamora
Senpere (Lapurdi), Iparralde





NOS CRECIERON TANTO LAS ALAS

No me importa confesar 
que he dudado de tu amor,
e incluso cuando me dijiste
que ya no me amabas
no creí de nuevo en tus palabras.
No dije nada, nada, sólo 
te di un suave beso y en tu boca
mis dudas quedaron atrapadas.

Y dentro de ti, si bien en principio ajenas,
tuyas, muy tuyas fueron, y dudaste
de igual manera que yo lo hice,
dudaste si la piel que en esos momentos
mantenía tus ojos cerrados, era la mía
la que te acariciaba.

Y ahora que esas dudas
están disipadas, desaparecieron
cuando descubrí tu mirada
deshacerse en uno de mis sosegados silencios,
es tarde… ¡nos crecieron tanto las alas!;
largas como las de los vencejos,
como son las del viento que intenta
amarrarse con nudos de nubes 
a las montañas,
y después de hacer correr el sudor
por la abrupta espalda,
ha de marcharse sin excusas,
vertiendo, eso sí, un nómada lamento.

Te amo, ahora sé que me amas,
pero ¡nos crecieron tanto las alas!,
que nos impiden hacer nítidas sombras
en el suelo, posarnos en la cornisa
donde escoger un mismo sueño.




CRECIÉNONNOS TANTU LAS ALAS

Nun m’importa confesar
que tuve duldas en cuantas al tou amor,
ya mesmamente cuando me dixisti
que yá nun me querías
nun foi quien a creer outra vuelta nas tuas palabras.
Nun dixi nada, nada, 
dite namás un beisu sonce ya na tua boca
las mias duldas quedanon presas.

Ya pechadas en ti, anque primeramente achenas,
túas, fonon mui túas, ya duldasti
igual que you lu fixi,
duldasti si la piel que daquel.la
zarraba los tous güechos, yera la mía,
la que t’afalagaba.

Ya agora qu’esas duldas
tán yá desaniciadas, desapaicienon
al descubrir la tua mirada
esfaese nunu de los mieus asosegaos silencios,
yía tarde… ¡creciénonnos tantu las alas!;
l.largas como los vencechos,
como las del vientu que quier
amarrase con noyos de nubles
a los montes,
ya depués de faer correr el sudu
pol l.lombu xabaz,
tien que marchar ensin disculpa,
arramando, eso sí, un nómada l.lamentu.

Quiérote, agora séi que me quieres,
pero ¡creciénonnos tantu las alas!,
que nun nos dexan faere nidias las solombras
nel suelu, aposanos na cornisa
onde escocher un mesmu suenu.

* traducido al asturleonés, en variante pachuezu
por Roberto González-Quevedo González





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