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viernes, 14 de septiembre de 2012

7880.- ÁNGEL GAVIDIA RUIZ




Ángel Gavidia Ruiz
Nació en Mollebamba (Santiago de Chuco) el 28 de Mayo de 1953 graduándose de médico cirujano en la Universidad mayor de San Marcos.  Publicó conjuntamente con Carlos Bueno y Hamlet Israels “Camino de los Sauces donde suele cantar la lejania” en Lima 1977.
Ha formado parte del Grupo literario “Raíz Cúbica” de Cajamarca, “Greda ” de Trujillo.

La producción literaria de Angel Gavidia es un constante fluir hacia la maestría de la palabra precisa y el significado sorprendente. Sus cuentos en “El molino de penca”, tiernos y concisos, son esbozos de precisión narrativa cuyos antecedentes expresivos se encuentran en sus anteriores poemarios “La soledad y otros paisajes” y “Un gallinazo volando en la penumbra”.

Esta vez, con un libro de cuentos singular como “Aquellos pájaros”, Gavidia recrea el paisaje rural peruano sin rendirse ante el reto de la realidad social ni de la pura imaginación. 

Vida cotidiana y anécdota extraordinaria conviven en el caserío que ve llegar por primera vez el avión, en la lucha enfebrecida contra un árbol de molle finalmente dinamitado, o en un río que, al ser vencido tras la construcción de un puente, se seca; además, amores locos, desventuras de un zorro doméstico sacudido por la inmigración, la soldadesca entre la guerra y el abuso, o las aventuras increíbles de una botija de vino, entre otras historias, sintetizan no sólo la vida del poblador en medio de su diaria lucha por sobrevivir, sino también la fantasía popular para enfrentar las adversidades de la naturaleza y la sociedad.

Gavidia nos ofrece una conciencia muy particular del quehacer literario, que antes sólo habíamos vislumbrado en la narrativa de Urteaga Cabrera. Esta conciencia se dirige a construir magistralmente el conjunto de elementos narrativos, de modo que nos sorprenda con su precisión y contundencia.

Además, el lenguaje ha sido elaborado con exigente cuidado. Estamos ante un estilista del idioma, que no retrocede ante los retos de la oralidad ni ante el registro infantil (notable el último cuento para niños “Jacinto, el jilguero”). Sin duda, esta maestría en el manejo de los relatos cortos y breves no se agota en la narración de los hechos principales (que sería suficiente para la mayoría de grandes cuentistas), sino que se deleita en recoger –como de pasada– elementos coloridos del paisaje o cualidades de los personaje populares que podrían haber sido considerados ociosos en otro tipo de registros, pero que en Gavidia iluminan y hasta dan sentido a una narrativa breve y al mismo tiempo intensa.

Podríamos agregar como características adicionales de esta narrativa el constante humor de Gavidia, que atraviesa incluso los momentos dramáticos de sus personajes; el cariño y la ternura para tratar a personajes del pueblo, tanto humanos como animales, así como un enfrentamiento a todos aquellos que abusan del poder en sus distintos niveles. Hay mucha solidaridad en sus historias, ironía y viveza que constituyen, en el fondo, la mirada de Gavidia hacia el pueblo que sufre y que goza las peripecias de la vida. Porque el mundo pintado ama la vida, lucha diariamente por salir adelante y esgrime la alegría para darle sentido a la existencia.

POETA DE LA NATURALEZA Y LA  SOLEDAD

Ha escrito tres libros: "Camino de los sauces donde suele cantar la lejanía", "La soledad y otros pájaros" y “Poemas encontrado” que ha reunido en la antología personal denominado "Poemas". Todos ellos inéditos, con excepción del primero.
Dos son los motivos centrales de la poesía de Gavidia: la soledad y la naturaleza. El primero como sentimiento ontológico, descubrimiento existencial, como abandono. Se puede vivir en compañía pero al mismo tiempo solo. Es el problema universal de la incomunicación la que clausura el mundo. El hombre nace y vive solo. Sin quererlo formula una premisa existencialista de tipo sartreano: el hombre es arrojado sobre el mundo. Hay mucho de asombro y silencio en su poesía. ¿No es la soledad acaso una eterna estupefacción ante la vida? Pero la soledad no es sólo un sentimiento existencial; advino al mundo como una realidad objetiva: nació antes que el hombre. La soledad nació con Dios, vale decir, no fue creada con el orden natural del mundo. Dios y la soledad nacieron y se amamantaron de la tristeza y es ésta la que aleja a Dios del hombre. El poeta nos habla entonces de la tristeza metafísica, más allá del origen, que nos aleja de nosotros mismos. Por eso expresa:


Quizás Dios no creó la soledad
quizás la soledad y Dios nacieron juntos 
juntos se amamantaron del seno de una pena que venía de lejos... 
quizás
quizás por eso 
la soledad fue triste 
y Dios se hizo distante.
(Quizás Dios no creó la soledad)


Pero a la vez, ese sentimiento de clausura conduce hacia el encierro, a un meterse en sí mismo —no se tratará de un autismo patológico—, que significa un desarraigo, un salirse del mundo para meterse" en lo más hondo" y ya no querer salir.
El sentimiento de clausura se apareja con el de la incomunicación humana.
En el sentimiento del poeta, el hombre está destinado a vivir en soledad, y éste es causa no sólo del desarraigo del mundo de la incomunicación social, porque somos "peces ciegos que se ignoran mutuamente" o "un pájaro cantor en un mundo de pájaros sin tímpanos".
Pero la soledad también es un camino para encontrarse a sí mismo, aunque sin esperanzas, porque dentro de un encierro no hay salida y en consecuencia, sólo es dable el abandono. En el mundo exterior "Solo los toronjiles tocan sus quenas verdes".
La naturaleza es el referente universal para la poesía. El universo vocabular del poeta nos remite al paisaje, silvestre y bucólico, de la comarca; en cada imagen concretaren los sustantivos y símbolos se advierte una vocación pan teísta trasuntada en el amor a los animales, quienes comparten el destino de los hombres en una complicidad ciega e inevitable, hasta humanizarse. Dos son los poemas donde mejor se expresa esta emoción. Primero:

Cuando el lobo de aquel santo de Asís me dio posada y vi como abrigaba 
de tremenda ternura su guarida
Y cuando el cactus me dio su corazón de planta buena y me dijo 
"perdón por mis espinas... de pura soledad fueron creciendo"
Y cuando la tierra árida se puso alegre al verme y a manos llenas 
me dio de su esperanza
¡Qué ganas de llorar... qué ganas!
Y este otro, que es uno de los más logrados de su producción: 
Es un conejo gris de pelo corto, algopez, algo viento.
Es un conejo gris de ojos vivaces hechos para mirar entre la hierba.
Es un conejo gris que no es conejo, ni pez, ni viento, ni fuga intempestiva, 
ni nada que puede sugerirnos un conejo.
Es un conejo gris este conejo que salta sin tocar mis palabras 
sin siquiera rozarlas con su hocico cruzando limpiamente mi frontera.







Cuando el lobo de aquel Santo de Asís me dio posada

Cuando el lobo de aquel Santo de Asís me dio posada
y vi como abrigaba de tremenda ternura su guarida

y cuando el cactus me dio su corazón de planta buena
y me dijo “perdón por mis espinas… de pura soledad fueron creciendo”

y cuando la tierra árida se puso alegre al verme
y a manos llenas me dio de su esperanza

¡qué ganas de llorar…qué ganas!

De “La soledad y otros paisajes”







Para llegar a Maya

Para llegar a Maya
hay que oler en el viento su presencia
estar atento
descubrir sobre el trébol su pisada
y enrumbar hacia el norte velozmente
con la mirada alerta
en todo lo que sueñe o cante o ría:
¡divisarla!
ir dejando la ropa en el camino
desnudarse de todo hasta ser bueno
y llegar mansamente
hasta rozarla apenas…como el viento
¡Maya!
y ya no decir más
dejar que las bandadas se alboroten
que los trigos expriman su dulzura
dejar correr lo tuyo por su sangre
como locos venados por la pampa
dejar…que Maya sabe
sobre el trébol en flor o entre los cedros
Maya sabe querer como la tierra.

De “La soledad y otros paisajes”







Poema encontrado en el bolsillo de un saco olvidado en la playa

Qué es esto
que crece como pulpo
en el pecho voraz
y estira sus tentáculos queriendo detenerte.
Qué, este tiempo
que me empapa de ti
y que no se conduele de los búhos hambrientos
que enloquecen
persiguiendo tus huellas.
Qué, del puerto
si el muelle se ha poblado de ataúdes
y lontananza es una boa parda
que se muerde y se muerde hasta hacerse sangrar.
Y qué, de mi
si ahora que recuerdo
sólo he visto en la playa a un ser extraño
que vino y que se fue
dejando sobre el pelaje hirsuto de la tarde
sus ojos
su cerebro
su libreta de apuntes…

De “Un gallinazo volando en la penumbra”






La tarde

Una pelota ajena
perdiéndose
-de rebote en rebote-
irremediablemente
tras los cerros .

De “Un gallinazo volando en la penumbra”





Autorretrato

La terrible certeza de unos pasos perdidos en el mar.

De “Un gallinazo volando en la penumbra”





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