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domingo, 30 de junio de 2013

KATTIA PIÑANGO [10.195]


Kattia Piñango (Caracas, VENEZUELA 1975) 
Nació el 25 de enero de 1975.
Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela.
Ha participado en varios encuentros de poesía en diversas comunidades.
Ha escrito artículos para la revista A plena voz, el periódico La mancha, y la revista digital Debate.org.
Algunos de sus poemas han formado parte de las antologías Amanecieron de bala (editorial El perro y la rana, 2007), Tierrra común (ediciones La mancha, 2008) y Enjambre berlinés (Bahía Blanca y Buenos Aires, Argentina ediciones Vox y Grumo, 2008).
En 2008 publicó su primer poemario Temporal (La Mancha ediciones).
Actualmente es editora en la Fundación El perro y la rana.

La poetisa y feminista venezolana Kattia Piñango Pinto, refleja en sus textos la vida en los suburbios de la megaciudad Caracas, la pobreza y los problemas en las relaciones de género de este país caribeño. 





Soy esta cara de mujer

Soy esta cara de mujer frente al espejo y soy justo a esta hora cuando veo a la solitaria vecina fumarse hasta su propia rodilla

y a una gata indecisa que no sabe maullar o si rasgar el mueble que vendrá siempre acompañado de algún reclamo.

Esta cara de mujer cotidiana en el espejo sabe que no hay nada que pueda contradecir al espejo.

Y a veces siente lástima por la cara de aquella mujer de la lata fría cuyos insinuantes gestos caen en la barriga de algún bebedor que espanta su miseria con un sorbo amarillento.

Esta cara de mujer de este implacable espejo reconoce que nada se ha dicho que no sea en su contra y que sólo basta nacer niña para oír las voces quejumbrosas que le reprochan su imperfecta desnudez:

“Agarra bien a tu marido”

“Vas a quedar pa’ vestir santos”

“Ni se te ocurra engordar”

“Disimula las arrugas”

¿Quién te querrá de vieja?

¿Quién te querrá cuando se te caigan las tetas, cuando el vientre se abulte cuando el cuerpo grite sus años?

Voces de comerciales de telenovelas de lata de cerveza

Cerveza – tetas

Cervezas – nalgas

Cerveza – desnudez perfecta operada

Cerveza – hembra

Mujer – lata








Me dejo arrastrar por la serpiente donde
los buses dejan sus almas partidas
Con pasajeros que se pierden en
los mal abreviados mensajes de textos
y las maletas de los carros
Todos quieren uno
La fiebre del último modelo
Lo último en tecnología móvil
La última moda de tener lo que todos tienen
El cancer de los comerciales
metiéndose en la fibra de concreto
deambulando por el cerebro de sus víctimas
Siempre se trata de parecer
El resto es obviable
Así como aquella niña que aprendió
A caminar viendo para arriba
Como le enseñaron
El país de la mujeres bellas
(Ella es una reina)
“la venezolana no camina: modela”
Pero yo
Que soy venezolana
No modelo
Camino
No es pasarela
Es la vía
En la que aprendo
Con la lluvia
Pegándome en el lomo
Sin paragua
Sin prisa
Sin poses de damita adiestrada

Yo no modelo,
Camino
Como me enseñó mi madre
Como me enseñaron mis abuelas.

(2008)








A David

Sorpresa fue
que luego de la brisa
y la cerveza
y la conversación
te quedaste
sosteniendo cada minuto
y descubrí demasiado tarde
el momento en que ya tus manos
eran necesarias
y tu inseguridad
te traía a mi
como un hombre abandonado
después de una guerra de mil años

Demasiado tarde descubrí el momento
en que la prisa de tenerte al otro lado de la cama
no era sólo el lleva y trae de una noche
rodeada de semén y olvido
sino la de un día en que
ver una película
y jugar al encuentro irrestricto y necesario
sería esa otra parte
que aquella noche nos ocultó tras sus dientes.

No sé si servirá de algo decir
lo que tantas veces
una se calla
con la irresistible advertencia
de arrepentirse luego.

La cuestión,
-y no te miento-
no es la marchita noche del encuentro
ni los días que brincaron al unísono
gritando que el viento siempre
trae palabras repetidas.

La cuestión
es que quererse
siempre es un derecho
del que nos vedamos
para no parecer
inútiles y tontos ante los demás.

Para mi ya cuentas
en los días en que
tomarse un café
y compartir un desayuno
destrona todas las noches
en que me había empeñado
en marcar siempre las horas de salidas.

Para mi ya cuentas
a partir del momento
en que el olor a óxido
fue reemplazado
por sábanas limpias
y almohadas compartidas.
(2007)


(de: Temporal (2008) )









Al fin la lluvia dejó su parranda
                                   interminable
secándose sobre los techos de zinc

En aquella parte de la ciudad
hay un hombre que avisa
que ya las bombonas de gas llegaron
los perros lanzan ladridos para combatir el fastidio
la gente baja el cerro,
algunas mujeres terminan de lavar y de tender la ropa
―como siempre, día agitado para ellas―
los niños aún en la escuela se despiertan a otras inquietudes
los que trabajan procuran desterrar el doceavo bostezo del día.

Y no hay desolación.

En esta parte de la ciudad,
los techos de zinc suenan con las gotas de la lluvia,
las niñas se divierten soñando a ser grandes
los niños juegan hasta despuntar la noche

También, en esa misma ciudad,
hay gente que bebe en algún bar trasnochado
Algunos deambulan por las tiendas observando vitrinas de plástico
A otros el repicar de su celular los envuelve
la corneta del carro, modelo reciente, encalla su ego
enfilando su alma hacia lo que no conocen
empujando su desidia con propagandas de televisión

Una radio también busca su lugar en el día,
y en la mitad del corneteo, empuña su navaja al oído de los pasajeros
En otra parte del mundo,
lejos de esa ciudad,
los techos estallan con bombas
las niñas desparecen de sus sueños
los niños se rompen como juguetes
los radios son pájaros de mal agüero
las cornetas son alarmas de ataques

No hay tiempo para enfilar el alma a ningún lado
No hay tiempo para pensar en la desidia
Apenas se alcanza ―con suerte― empuñarse a la muerte

Allí, una vasta desolación resplandece
La metralleta muestra sus dientes
asfixiando el canto de los gallos.  









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